miércoles, 26 de noviembre de 2014


Hoy también me dio por echarte de menos, si, ya ves, ¿qué cosas hago no?, si nos vemos casi cada noche… Pero no sé, hoy me ha dado también por ahí, por hacer una eternidad de todo el día, tal vez sea porque hoy es uno más de esos días que hubiese preferido no levantarme, con el añadido de que sé que aunque me acueste no va acabar, porque mañana volveré a tener las mismas preocupaciones. Así que aquí estoy, volviendo a añorarte como cada día, deseando que todo fuera diferente, que no tuviera que esperar a que aparecieras, sino que estuvieras siempre ahí, bien arriba y brillante como cada noche, que pudiéramos hablar cada segundo sin cortes y no tener que esperar que pase esa nube, sentir todo eso que nos transmitimos solo con vernos durante todo el día y no tener esa angustia en el pecho al ver cómo va desapareciendo un poquito cada hora, con el miedo a no poder retenerlo dentro hasta que vuelvas a aparecer, que mi aguante no fuera tan efímero como lo es mi estado de ánimo, sino que se fijase tanto como lo hace tu luz en mi retina, no sé, hoy creo que se me ha hecho más largo de lo normal.

 Luego todo deja de tener sentido, porque justo en el segundo en el que ya siento que no puedo más, ahí estas, apareces de la nada, como un fogonazo que te deslumbra y que se mantiene dejándote casi ciega, porque solo te basta ese pequeñísimo instante para hacerme recordar que contigo todo se me pasa, y es que en el momento que apareces ya me da igual todo, me da igual que mañana al levantarme mi cabeza vuelva a lo mismo, porque la espera me merece una y mil veces la pena solo si acabo ahí, justo a esos centímetros de ti, porque no hay nada más, para mí no hay nada más que vivir ese instante una y otra vez.