sábado, 1 de julio de 2023



Parece que fue ayer, cuando te miraba de reojo mientras pasabas por al lado, cuando te esquivaba la mirada si te tenia de frente, cuando te observaba a escondidas y me quedaba embobada.

Empezaste apareciéndote en mis sueños, mucho antes de que entendiera lo que significabas para mi, antes de que el brillo de mis ojos reflejara tu intensidad en mi alma, antes de que tu risa me erizara de la nuca a los pies, antes de que siquiera cruzara mas de dos palabras contigo.

Luego comencé a conocerte, trataba de memorizar cada gesto, sonido o palabra que salía de ti, me sorprendía teniendo conversaciones largas, de las que jamás había mantenido, me embriagaba con tu olor y me cautivaba con tu risa.


Después me descubrí a mi misma a través de ti, mis potenciales, mis defectos, mis limites y limitaciones, estirándolos, moldeándolos y adaptándolos a la persona que quería llegar a ser, a la que sorprendí tranquilamente esperando dentro de mi para que la sacara a relucir.


Entonces llego el día en el que nos atrevimos a derribar barreras y suspirar profundo, a contener la respiración a siete centímetros y sentirnos a menos uno, a subirnos a este mar lleno de maravillosos e inesperados rincones. A sortear los baches del camino, a naufragar por esas veces que creímos desistir, que respiramos sin estar al lado.

Porque la vida es como una intensa corriente oceánica, que hoy te pone aquí y mañana allá, no se puede estar siempre en la cresta de las olas, si no que debemos dejar que nos enseñen a surfear con ellas.


Gracias por enseñarme que a veces la cabezonería tiene un buen fin, por tu paciencia para que acepte ayuda, por estar en los momentos imprescindibles y también en los otros que tu sabes, por ser ese punto de apoyo y mi mayor fuente de realidad, por dejar huella en cada rincón de mi ser.


Sigo creyendo que fue ayer y ya han pasado unos pocos años, sintiendo que no dejamos de aprender y reinventarnos cada día, porque haces que todo mi caos se pare y que diez años parezcan un suspiro.