miércoles, 31 de diciembre de 2014

ROMA

Hay quien se dedica a dar charlas sobre el tema, quien cree tener ya las lecciones tan aprendidas que puede aconsejar sobre ello, quien piensa que reconoce todos los recovecos que esconde, quien opina que ya no hay nada que le pueda sorprender o pillar desprevenido, ilusos...

Quien diga que sabe todo lo que se puede saber sobre el amor, es que realmente no sabe absolutamente nada, porque no es algo inmóvil ni estático, no se le puede poner límites ni establecer pautas a seguir, no hay ningún sendero que le marque su recorrido ni lugar al que pertenezca, lo mismo un día crees reconocerlo y al siguiente vuelve a ser ese gran desconocido, que aparenta tener tantas cosas que ofrecer como daño puede ser capaz de producir.

Tiene tanto poder dentro de nosotros que sale y entra a su antojo, se lo permitamos o no, ahí estará rondándote, observando como presumes de él pero también viendo como le despotricas en malas rachas o le añoras como un bebe con el tiempo, estará ahí tanto cuando quieres soledad como cuando te cruzas con alguien, al igual que seguirá observándote cuando solo creas que el olvido se apodera de ti, se reirá de ti cuando sonrías satisfecho creyendo que lo tienes mantenido a ralla al pensar que lo conoces bien, te ofrecerá su hombro cuando vuelvas a preguntarle por qué, se ausentará cuando busques intensamente y aparecerá cuando le pidas que ya no más.


Así, hoy aquí y mañana allí, disfruta, vive y sueña cada día.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Distancia

Menuda palabreja ¿no?
Es curioso, etimológicamente es solo un espacio o intervalo de lugar o de tiempo, pero solemos darle un significado mayor en cuanto entra a formar parte de nuestra vida.
Hay una tendencia general a proporcionarle poderes increíbles a esa sencilla palabra, es esa gran incomprendida y a quien suelen señalar de primeras, porque sin duda suele ser la culpable de muchas cosas: si no te abrazo es porque el sofá es grande y nos distancia, si no te llamo es porque el teléfono está a una distancia inalcanzable, si no te escribo es porque las palabras me recuerdan que estamos distanciados, si no te veo es porque una gran distancia nos separa, si no continuo apostando por conseguir lo que me propongo es porque la meta está a mucha distancia, si no cojo ese trabajo es porque me distancia del verdadero trabajo que quiero conseguir, y así un largo etc., ¿realmente no nos cansamos de poner excusas?

Dirigimos nuestras acciones todo lo posible a no ver nuestros fallos, si no a proporcionarle a nuestra cabeza un escape, una forma de evadir nuestros propios errores y culpas, todo ello en base a permanecer tranquilos y con la seguridad de que no es equivocación nuestra. Porque se tiende a ir a lo sencillo, suele ser más fácil ver “la paja en el ojo ajeno” y poder echarle la culpa a otra persona o cosa, suele quitar tensión el convencerse de que algo no depende totalmente de ti mismo.

Volvemos siempre a lo mismo, la comodidad frente al cambio, vivimos absortos en un mundo ficticio que nos guía a ciegas y con rumbo fijo en una realidad donde predomina la inestabilidad, por eso tendemos al desequilibrio, el enfado, la frustración o el pesimismo, nos aferramos a mantener a toda costa aquello que mantenga un rumbo fijo y estipulado, porque tememos todo aquello que no haya sido experimentado por otros anteriormente. Olvidamos tantas cosas y perdemos tantas otras durante el camino, que al final ya no sabemos si realmente hemos vivido o no nuestra propia vida.

Hay una frase que dice: “la distancia no significa nada cuando la persona lo significa todo”, luego hay otra que dice: “nunca nadie lo tiene todo, pues nos pasamos la vida buscando lo que más queremos, pero luego nos resulta difícil distinguirlo cuando lo tenemos delante”, entonces, ¿en qué quedamos?
Me sería difícil explicar con palabras lo que se siente cuando abres esa pequeña puertecita que tiene colgado el cartelito de “a partir de aquí todo cambia”, tampoco sabría cómo expresar en un solo párrafo todo lo que han significado para mi todos y cada uno de los cambios que voy experimentado a lo largo de mi vida, solo sé que no volvería a cerrar esa puerta, que aun sin saber lo que te puede deparar el cruzarla mereció y merece cada día la pena, es más, aunque supiera cuantas veces me voy a tropezar por haberla atravesado seguiría haciéndolo una y otra vez, porque no hay mejor sensación que la de sentirte vivo.

miércoles, 26 de noviembre de 2014


Hoy también me dio por echarte de menos, si, ya ves, ¿qué cosas hago no?, si nos vemos casi cada noche… Pero no sé, hoy me ha dado también por ahí, por hacer una eternidad de todo el día, tal vez sea porque hoy es uno más de esos días que hubiese preferido no levantarme, con el añadido de que sé que aunque me acueste no va acabar, porque mañana volveré a tener las mismas preocupaciones. Así que aquí estoy, volviendo a añorarte como cada día, deseando que todo fuera diferente, que no tuviera que esperar a que aparecieras, sino que estuvieras siempre ahí, bien arriba y brillante como cada noche, que pudiéramos hablar cada segundo sin cortes y no tener que esperar que pase esa nube, sentir todo eso que nos transmitimos solo con vernos durante todo el día y no tener esa angustia en el pecho al ver cómo va desapareciendo un poquito cada hora, con el miedo a no poder retenerlo dentro hasta que vuelvas a aparecer, que mi aguante no fuera tan efímero como lo es mi estado de ánimo, sino que se fijase tanto como lo hace tu luz en mi retina, no sé, hoy creo que se me ha hecho más largo de lo normal.

 Luego todo deja de tener sentido, porque justo en el segundo en el que ya siento que no puedo más, ahí estas, apareces de la nada, como un fogonazo que te deslumbra y que se mantiene dejándote casi ciega, porque solo te basta ese pequeñísimo instante para hacerme recordar que contigo todo se me pasa, y es que en el momento que apareces ya me da igual todo, me da igual que mañana al levantarme mi cabeza vuelva a lo mismo, porque la espera me merece una y mil veces la pena solo si acabo ahí, justo a esos centímetros de ti, porque no hay nada más, para mí no hay nada más que vivir ese instante una y otra vez.

domingo, 26 de octubre de 2014

Inesperado

Son esas cosas, ese tipo de situaciones, esos momentos, todo eso que realmente nunca crees que pueda pasarte a ti pero que cuando ocurre vale tremendamente la pena esa inconsciente espera. Puedes negarlo, rebatirme la idea, pero hagas lo que hagas y digas lo que digas no lograras equiparar la verdadera, maravillosa y real esencia de lo inesperado.

En estos momentos que corren, en los que vivimos en una sociedad demasiado atareada como para darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor, con demasiada prisa como para reaccionar a cualquier cosa que pase a su lado, con demasiadas oportunidades perdidas, demasiadas personas que ya empiezan a no reconocer lo que es el tiempo o que incluso ya hace años que no disponen de él, una sociedad ciega que va camino tambien del enmudecimiento, ya no solo por esa falta ficticia de tiempo que nos hacen creer, sino por estar cada vez mas acostumbrados a pensar individualmente, por parecerles una memez repetir cosas que se supone que ya uno sabe, en vez de proporcionar aquello que en el fondo todos desean y que es sentirse amados.

No hay peor guía que seguir lo que han dictado antes otros, porque como se suele decir cada persona es un mundo, cada época de la vida humana fue, es y será peculiar en cada uno de los aspectos por los que tuvieron que pasar cada uno de ellos a lo largo de la misma, porque los sueños y deseos son siempre singulares y especiales para cada persona, porque las metas son personales e intransferibles y solo uno mismo puede descubrir hasta dónde es capaz de llegar. Ni hay peor suerte que tener una vida cuadriculada, embargada por la rutina, con agendas saturadas de obligaciones, esas vidas consumidas por la esclavitud que nos impusieron con los papelitos y trozos de metal que llaman dinero.

Por ello, dentro de todo este caos, me siento privilegiada porque, aunque inevitablemente formo parte de esta sociedad que se va consumiendo poco a poco a sí misma, aqui sigo, inmune a lo que digan y viviendo mi vida dentro de las posibilidades como deseo, porque cada día me siento más afortunada de haber sido esa persona a la que solo con nombrar ya le sacas de todo eso, a la que le otorgas ese don de ser capaz de parar el tiempo, a la que puede agradecerte cada segundo que puedo vivir con la satisfacción de sentir todos y cada uno de los días que vivo, a la que enseñas a demostrar lo que vale ante quien realmente importa (uno mismo), a la que le muestras que lo esencial en la vida es querer y valorar todo lo que uno tiene sin gastar ni un solo segundo en pensar en lo que nos falta, a la que llenas la vida de todo lo inesperado que uno puede desear (e incluso no se como siempre sueles sacar un poquito mas) y, lo que es más importante, todo y mas cada dia.

lunes, 20 de octubre de 2014

Equilicua

A veces solo esperas de la vida que te enseñe, que sea esa sabia compañera que te vaya insinuando como andar, que te de destellos de verdad ocasionalmente y que te ponga menos piedras que esquivar. Pero luego pierdes el sentido, lo olvidas todo y vuelves a echarle la culpa a quien no debes, y no es que la vida te haya dejado de lado, es que eres tu quien has dejado de ver con claridad.
Esas veces en la que sientes que el mundo enmudece a tu alrededor, que el ser humano habla lenguajes distintos solo por buscarse travas los unos a los otros, que incluso estando uno frente al otro son incapaces de comprenderse, que por mas que huyas de ti misma siempre te vas a encontrar ese mismo final.
¿Da igual o no los años que pasen, que quieres que sea la ultima vez, que haya pasado uno o 300 dias, que no te importe envejecer solo si es asi, que las fuerzas complementarias se desvarajusten tanto como para que un abrazo produzca indiferencia o que el amar ya no sea cosa de dos, da igual que todo deje de tener sentido?
¿Que es una vida sin vivirla, el sol o la luna sin quien la admira, unas estrellas fugaces sin pedir un deseo, un viaje sin pasion, una caricia sin ternura, un beso sin sentimiento, que es una vida sin ti?

jueves, 11 de septiembre de 2014

ultimo suspiro

Con tantas prisas olvidamos muchas cosas, lo principal es que la vida es efimera, que todo ocurre y nada perdura, que la misma bocanada que damos al nacer es la que soltamos al morir, que todo lo que hacemos vale la pena y que muchas de esas cosas acaban en el olvido, que lo que dejamos sin hacer caera en saco roto y que no se ven las cosas acabadas sin nisiquiera empezar.
Recordemos que cada instante de la vida cuenta mas que ningun otro, que no habra uno exactamente igual en el recorrido, que tanto lo que haces como lo que no es eleccion tuya.
La vida nos da tantas oportunidades como seamos  capaces de aprovechar, nos da momentos que llevamos tiempo esperando pero tambien otros inesperados que hacen del recorrido algo por lo que merece la pena seguir caminando.
Aqui estamos, tu o yo, da igual, el caso es que cada uno vivimos nuestras experiencias, no son mejores ni peores sino que todas constituyen las bases del aprendizaje cotinuo, tenemos sueños e ilusiones que nos empujan, un destino que nos llama o una esperanza que nos alienta, pero no olvidemos que todo eso es solo un complemento, que, por mucho que nos cueste a veces recordarlo, lo verdaderamente imprescindible en la vida es saber equilibrar el camino.
Importa lo que hacemos cada dia, lo que valoramos diariamente, lo que seamos capaces de agradecer a cada paso que damos, no importa cuanto tiempo tardemos, ni lo perdidos que podamos llegar a sentirnos en ocasiones.
Hay que sacar fuerzas de donde crean que no hay ya mas que desesperanza por ver que nada cambia, que solo hay odio por no entender lo que ves a tu alrededor, que la resignacion por no poder impedir que pasen todas esas cosas incomprensibles en el mundo no deje hueco para nada mas, hay que aferrarse a todo lo que un dia creiste que era posible y que tarde o temprano volvera  serlo.

jueves, 5 de junio de 2014

Este lugar

Antes había sido una mera espectadora que pasea vagamente la mirada, que no se daba cuenta de las turbulencias que producías, que se perdía tus burbujas de aire, pero ese fue justo el lugar donde me enamoré de ti, justo en ese instante en el que emergías del gran manto azul que tanto me encanta, cuando empecé a ver como el agua resbalaba por tu piel, como ibas surgiendo de la nada, como aparecías ante mí sin esfuerzo, como hacías que el tiempo se ralentizase tanto como para poder apreciar cada pequeña parte de ti, fue entonces ese eterno momento en el que me miraste, con el cual llevaba soñando toda una vida, con el que lo transparente se volvió opaco a mi lado, esa primera vez que te vi, me quede prendada de tu tranquilidad al deslizarte en el agua, de tu sencillez, me di cuenta de lo mucho que te había buscado sin darme cuenta, de todo el tiempo que te había añorado sin saber que existías, alargue la mano esperando poder sentirte un poco más cerca, soltaste una bocanada de aire y te hundiste, te sumergiste, dejaste que te envolviese de nuevo este mar que nos había traído el uno junto al otro, yo te miré, observé como te ibas, te admiré hasta la última punta de la aleta que sumergías delante de mí y prometí no olvidarte jamás.

Me di cuenta de que fui algo egoísta, de que esperaba que te quedases, de que te quería solo para mí, de que no quería que hicieras nada más que estar a mi lado, me sentí egoísta por pensar que no quisieras a nadie más, que no necesitases nada más, que yo te hacía feliz, me dejé guiar por lo que quise transmitirte, por creer que conmigo ibas a estar mejor, que estando yo todo sería diferente, que podías ver lo que sentía, ver que eras un ser único entre mis brazos, que tu cuerpo brillaba más si estaba a tu lado, me engañé, fingí que no me daba cuenta, que podía luchar contra quienes te hacían esclavo de tu propia vida, que lograría acabar con aquello que te encerraba, que mirándome verías la libertad que siempre quisiste, me sentí egoísta al creer que yo era suficiente para ti.

A contracorriente

Hay quien me pregunta si no me canso de ir a contracorriente respecto a la mayoría de la sociedad, yo les miro como si me estuviesen preguntando la mayor de las absurdeces.
La sociedad actual en la que vivimos está inmersa en una burbuja, una burbuja a veces tan opaca que no vemos ni lo que tenemos delante, en la que perdemos la nitidez del día a día y nos vemos inmersos en idas y venidas sin sentido, una burbuja que pase lo que pase no podrá ser rota ni resquebrajada.
Lo que si puede es volverse un poco más nítida, permitiéndote ir visualizando todo aquello que pretenden que obvies, somos esclavos, esclavos de aquello que quieren que hagamos, de aquello que quieren que comamos, de la forma en la que quieren que vivamos, de las tradiciones que quieren que sigamos, pero principalmente somos esclavos de un papel llamado dinero, estamos obligados a jugar al monopoly desde que nacemos hasta incluso después de muertos, da igual si te gusta o no, si quieres o no, nos inculcan que para conseguir algo solo hace falta trabajar y ganar dinero, cuando al final lo consigues, te das cuenta de que la realidad es que ese mismo trabajo te deja sin tiempo para hacerlo, vivimos soñando con que en el futuro podremos cumplir sueños, con que al final tendrás la felicidad que deseas, con que cuando consigas el suficiente dinero podrás ser libre, imaginaria libertad, con que cada día te acerca un poco más a ese ansiado momento en el que dicen que podrás ser feliz.
Empiezas a ver el egocentrismo que reina en la raza humana, rivalizando siempre con la hipocresía, la visión primordial de que lo individual prima sobre lo colectivo, te das cuenta de que la autodestrucción es el pan de cada día, reventarse el hígado y atrofiarse los pulmones son cosas tan normales como respirar, autoproducirse enfermedades es lo que acompaña al pan de cada día, ser simples números de un algoritmo ya desfasado no importa gran cosa mientras te dejen tranquilo, creer que somos el ombligo de la vida es el trono de una silla que ya hace mucho que se tambalea sin control.

Me cuesta ver todo esto, darme cuenta de que pertenezco a la misma especie, que soy una más de toda esa serie de infortunios. Lo que me ayuda a no desfallecer es precisamente ir a contracorriente, es vivir haciendo y comiendo lo que quiero, es disfrutar de cada día que abro los ojos, es empaparme a cada paso de la belleza que me regala la madre tierra, es dar gracias por cada cosa y cada persona con la que tengo el gusto de compartir experiencias, lo que me da ánimos es hacer todo lo que este en mi mano por poner un granito de arena a quien este en el proyecto de aprender viviendo o por quitarlo para aliviar a quien lleve demasiada carga encima, es dejar a un lado aquello que me atormenta y abrazar con fuerza aquello que me ilumina, es pensar que cada día que me acuesto he disfrutado plenamente de quien soy, es dormir con la conciencia tranquila de estar orgullosa por mí misma de todo lo que voy logrando.

Y después de que leas esto, contéstate tu solo, porque yo no voy a volver a responderte ni explicártelo.

sábado, 3 de mayo de 2014

Sigues

Hay momentos en que el olor lo impregna todo, en los que el resto de sentidos dejan paso a que la nariz experimente, permitiendo que ese olor siga ocupando cada recoveco, que se convierta en todo lo que deseas retener para no perderte nada de lo que significa para ti esos instantes. Poder recordarlos y que vuelvan a tu cabeza es relativamente fácil, pero cuando algo se acompaña de ese olor característico puedes llegar a revivirlos en tu propio cuerpo, puedes ser capaz de volver a estar justo en ese lugar y haciendo aquello que deseas hacer en ese preciso instante.

Por un lado están los colores a los que acompaña, ahí donde cierras poco a poco los ojos porque necesitas guardar cada uno de ellos a fuego en tu memoria, y es que son muchos, muchos los colores que asociar, cada uno da un significado, en cada uno de ellos guardo momentos imborrables, porque no hay nada más que ver que sigues manteniendo los colores del arco iris. Por otro están cada una de las delimitaciones que los separan, justo donde acaba uno y empieza otro, en esa línea que cruza y recorre esa zona donde pierdes el sentido, por esas que la curiosidad hace observar cerca, con detenimiento, queriendo saber cuál es el lugar exacto donde cambias de uno a otro.


Pero sin duda es el olor, ese olor que dejan al pasar, al vivirlos y revivirlos una y otra vez, ese que aparece repentinamente en tu nariz, como si realmente no se hubiera ido, como si ya formase parte de ti. Y es que sigues ahí, sigues en cada uno de los pasos que doy, como esa brisa que me acompaña cada día.

miércoles, 16 de abril de 2014

Dónde, cuándo, cómo, quién y porqué

Esas cinco preguntas que según dicen pueden demostrar o ser la diferencia entre algo verídico y real de algo imaginario y pasajero. Pero no siempre todo lo que vives puede responder todas esas preguntas que se te agolpan en la cabeza, a veces hay situaciones que escapan a nuestro entendimiento, vivencias que sobrepasan lo conocido, momentos que superan todo aquello que has vivido, incluso aquello que te hubiesen podido contar. Son muchos los senderos que nos puede deparar el camino que recorremos a lo largo de nuestras vidas.
Puedo decir que fue justo donde tenia que ser, ahi donde se cruza el ultimo rayo de sol y una timida luna se distingue en el horizonte, donde la electricidad forma esos rayos que recorren kilometros en tan solo segundos, donde solo tu y el viento sabeis hacia que lugar le llevará.
Tambien que ocurrio en el momento en el que se unen menos y mas a la vez, pues es el menos esperado pero sin duda el mas necesitado, fue cuando el ultimo rastro de sol se refugia entre las nubes que dan comienzo al otoño, cuando el anochecer recorre tu piel y te pone los pelos de punta.
Asi que fue uno de esos momentos, como si ves salir el arcoiris despues de sentir las gotas incesantes de la tormenta, como la calma al sumergirte en el agua, como cada una de las veces que logras aquello por lo que te esfuerzas dia a dia.
Es entonces quien te saluda sin apartar la mirada, para quien no hay secretos, quien alumbra cada uno de los recovecos sin distincion, solo quien llega a tu alma con solo un suspiro, quien es capaz de abrazarte con solo pestañear.
Aun asi, no se decir porqué, quizá solo sea que todo es un acumulo de circunstancias por las que acabemos cayendo unos entre los otros, o puede que la vida nos depare aquello que soñamos, o tal vez sea porque con cada granito de arena que aportamos al final todo a de tomar forma y volver de aquella manera que te mereces.
Sea como fuere, cada dia respiro agradecida.

sábado, 29 de marzo de 2014

Bloqueo

Esa jodida palabra, la que se aferra tanto que duele, que desgarra por dentro a su antojo y que impide tantas cosas…

Es capaz de llevarte al borde de la frustración una y otra vez, comienza por instalarse en la cabeza, se acomoda a gusto mientras disfruta de su obra, de cómo los pensamientos empiezan a aprisionarse sin descanso y te impide expresarlos, los deja poco a poco acumularse sin pausa, viendo cómo te van destrozando por dentro.

Pero es que justo cuando crees que ya no puede ir a más, ahí está, lo ves dejar su semilla germinada en tu cabeza mientras se traslada a tu pecho, se abre el hueco necesario entre el resto de sentimientos, se instala como una planta trepadora, nada escapa a su abrazo, es entonces cuando la frustración se acentúa y te embarga la desesperación, la angustia, ves como todas esas sensaciones se apoderan poco a poco del resto de tu ser y sientes la necesidad de llorar, de soltarlo todo, pero no, no te deja.

Y aquí estas, de nuevo, aun habiendo recorrido ya este camino, aun sabiendo que no tiene sentido, que la vida nos da cada cosa por una razón, vuelves a sentirte inútil y pequeñita, caes en su trampa y te olvidas de que querías  hacer hoy.


Es jodido querer explotar y no poder…

Cierra los ojos

Lo hago una vez y te veo, te observo ahora, como si estuvieses justo delante de mí, como si no hubiese dejado de hacerlo ni un solo segundo, te veo diariamente, me quedo embobada mientras duermes, cuando te desperezas y remoloneas bajo las sábanas, te sigo cuando decides levantarte, te admiro mientras te vistes, te observo mientras andas por la casa, cuando te tumbas en el sofá, sonrío como una tonta cuando parece que vienes hacia mí y se me abren los ojos. Lo hago otra vez y te oigo, te escucho ahora, como si todo este tiempo hubiese sido un pestañeo, quién sabe por qué, pero ahí estas, como melodía para mis oídos, te escucho en un susurro que me desarma una y otra vez, cada día, al despertar creo escucharte justo antes de abrir los ojos, al levantarme de la cama te oigo susurrarme que me quede, al salir del portal me parece oír como me dices justo en la oreja que te lleve conmigo, cuando paseo por la calle imagino que me nombras y apareces de la nada, es entonces cuando sonrío, sonrío tanto y a cada rato que creo que se me ha quedado ya la arruga en la cara, entonces se me abren los ojos. Vuelvo a hacerlo y te toco, mis dedos se pasean a su antojo por tu cuerpo, como si no se hubieran separado jamás, te acaricio a cada momento, dejo que su memoria se renueve una vez más recorriendo tu silueta, te hago cosquillitas por donde nadie las ha hecho, recorro centímetro a centímetro cada zona mientras te voy acercando suavemente sin que te des cuenta hacia mí, justo antes de que se me abran los ojos. Una vez más, solo una vez más, lo hago y respiro hondo, estas apenas a unos centímetros de mí y me embarga tu aroma, mi boca besa tu piel, recorriendo el camino que dejaron mis dedos, mis labios te besan despacio, como si cada día fuese la primera vez, recorro torpemente tu cuerpo mientras intento controlar mi respiración, bajo por tus brazos, me acerco a tu cuello, disfruto en tu pecho, me entretengo en tu barriga, te beso justo debajo del ombligo y agh se me abren los ojos. Y es que cierro los ojos, aparecen tus labios y empiezo a temblar…

martes, 18 de marzo de 2014


Aquí estamos, tú, yo, la fría noche que se cierne sobre nosotros, el sonido lejano de los coches y el cercano oleaje del mar a nuestros pies, la cristalizada arena q nos envuelve, la débil brisa que me hace tiritar… y entonces te das cuenta que todo lo demás sobra, que lo que nos hace disfrutar es el inicio, ese tu y yo, porque, qué es un paisaje sin ese recuerdo que ronda por tu cabeza, sin esa idea que te hizo visitarlo o sin ese acompañante que pestañea a tu lado.
Como esas historias contadas al aire, soltadas a bocanadas intermitentes, de forma rápida y brusca, como si todo fuese a durar esa milésima de segundo en la que se forman las palabras en tu cabeza antes de salir disparadas, pudiendo ser plasmadas en papel, hechas siluetas en la arena o incluso acariciadas en la piel, pero que adquieren sentido si alguien las escucha, las recoge, si alguien disfruta de ellas con una sonrisa, con una mirada que evoca el teletransporte allá a donde le lleva su propia imaginación, mientras te muerdes suavemente el labio.
O, tal vez, simplemente el silencio, ese que te encoje por dentro hasta hacerte insignificante, el que te hace sonreír cada día y buscar a tientas en la cama, porque todo ese silencio queda reducido a cenizas si es mientras paseas de la mano, le observas sin que se dé cuenta, recorres cada centímetro o mientras sellas sus labios.
Puede que incluso esa lágrima, aquella que brota sin querer, que aparece de repente como si llevase ahí siglos guardada, esperando el momento y el lugar más inesperado, esa gotita que cambia cuando el sentimiento que conlleva es alegría por volver, satisfacción por no haber perdido la esperanza, confianza por haber sido capaz o seguridad de que al fin pudiste llegar a ese punto en el que ya no hay vuelta atrás.

viernes, 21 de febrero de 2014

La barandilla

Paseando, así volví a aparecer en tu camino, andando a tu lado, como cada día, caminando sin pensar a donde, aunque sabiendo ambos dónde vamos a acabar.
Te observo mientras tus piernas nos llevan allá donde desean ir, dibujo círculos alrededor de tu cabeza para ver si así consigo despertarte de la ensoñación, tú sigues andando, con la cabeza baja, parece que tienes demasiados pensamientos abstrayéndote.

Llegamos a ese lugar, ese rincón en el que a lo lejos queda el mar, seguido de la arena y luego esa barandilla, este tope que te hace decidir entre quedarte parado observando o cruzar y disfrutar de ese lugar que te aguarda.
Como cada vez, yo doy el primer paso y me subo, me siento y pongo mis manos sobre ella, normalmente tú también lo haces porque te dejas guiar por mí, pero no hoy, te miro y te veo apoyándote en ella con los pies en el suelo y la vista fija en el horizonte, mientras te agarras fuertemente con las manos, como si quisieras frenarte o pretendieras no volver a soltarla, como si su soporte te diese algún tipo de desahogo.

No te das cuenta, pero lo estas volviendo a hacer, vuelves a escabullirte y hacer como si no estuviera, aun estando en esta barandilla, nuestra barandilla, en la que hemos vivido tantos momentos, aquí fue donde empezaste a sonreír, donde dejaste de pensar para simplemente hacer lo que te apetecía, donde saltaste la barrera de la tensión y comenzaste a disfrutar, donde olvidaste tus preocupaciones y te divertiste tanto como en la infancia, donde recorriste la arena hasta no poder más y te dejaste caer para que te calentara, en definitiva, fue en esta barandilla donde dejaste que guiase tus pasos.
Te sonrío y acerco mi mano a la tuya pero sin llegar a tocarte, solo para que veas la fuerza de nuestra unión porque aun sin tocarnos estoy segura de que puedes sentir esa electricidad tanto como yo, y paso a contarte la historia de aquella primera vez, esa que tanto me encanta repetir y que un día me dijiste que no te cansabas de oír.

Aquella primera vez en la que decidiste cogerme de la mano, en la que me dejaste mostrarte que otro camino es posible, en la que dejaste que te quitase la venda y pudieses ver todo aquello que te impedías ver, en la que descubriste lo agradable que te resultaba sonreír sin más, en la que reuniste las fuerzas necesarias como para decirme que esto no tendría final.

miércoles, 29 de enero de 2014


En la vida hay de todo, hay cosas que te ayudan y otras que te lo ponen difícil, cosas que te allanan el camino y otras que te lo llenan de piedras, cosas que te hacen sonreír y otras que te hacen contener las lágrimas, cosas que te suavizan las caídas y otras que te dejan caer sin más.

Hay cosas que te anulan, que te bloquean, que poco a poco te van pudriendo por dentro, que se apoderan de tu luz, que te roban todo aquello que eres, que te hacen doblegarte, que te colapsan, que dejan tu mirada vacía, que te hierven la sangre, que te quitan la esperanza y la ilusión.

Hay cosas que te liberan, que te hacen sonreír, que te llenan de luz y energía, que te inspiran, que no dejan de aportarte sueños, que te transportan allá donde deseas estar, que iluminan tu mirada, que agrandan tu corazón, que te impulsan, que te hacen sentir arropada, que te sostienen, que te dan alas.

Puedes estar abandonado con la mente perdida o sentirte perdidamente enamorado, puedes quejarte continuamente o buscar soluciones, puedes pensar en lo que no tienes o dar las gracias por lo que disfrutas, puedes aislarte del mundo o pedir a gritos ayuda, puedes guiarte por pensamientos absurdos y fugaces de tu cabeza o dejar que las genialidades que la vida hace cruzar en tu camino te encaucen, puedes escribir sin sentido o vivir intensamente cada palabra.


Hay cosas que te muestran lo que eres, pero recuerda, lo que realmente te define es lo que quieres ser, eres tu quien escribe su propia historia.

lunes, 13 de enero de 2014

Recuerdos

Recordaste cuando encontraste ese pajarito tímido y escurridizo, ese que veías desde tu ventana mientras revoloteaba de teja en teja, nervioso e inseguro, al principio te preocupaba porque parecía que huía de algo que no lograbas ver o que sufría sin poder posarse por miedo a resbalar, pero pronto te diste cuenta de que estabas muy lejos de la realidad, dejaste de centrarte en lo que la apariencia hacía ver y observaste esos pequeños detalles reveladores, esos pequeños movimientos de cabeza en cada brinco, ese intercambio de pata en cada leve e instantáneo toque y todo se volvió distinto, una melodía empezó a repetirse en tu cabeza, cada salto y cada toque se convirtió en una nota, no podías hacer otra cosa que dejar que la sonrisa iluminase tu cara y un escalofrío musical recorriese tus entrañas, así cada día volvías a la ventana para deleitarte con él, reías nerviosa y tarareabas sin querer su canción, el volvía una y otra vez a ese mismo sitio aparentemente sin percatarse de tu presencia, revoloteaba distraído y feliz mientras tú le observabas, sin daros cuenta, disfrutabais el uno del otro.

Un día el regresó y comenzó su baile como en cada ocasión, pero esta vez no duró mucho, sintió algo extraño, como si le faltase algo en especial, por primera vez se posó y reconoció el lugar, se percató de que ese sitio del que antes salía luz ahora solo era un mero reflejo de lo que había enfrente, voló hasta esa ventana que por primera vez en mucho tiempo estaba cerrada, la revisó de arriba abajo y de izquierda a derecha, buscando algún recoveco, pero no lo había, estaba completamente cerrada y únicamente podía ver su propio reflejo, aun así no desistió, comenzó a cantar, a silbar esa melodía que tu tanto habías tarareado, volvía día tras día a posarse en tu cornisa para cantar alegremente vuestra canción.


Tú le escuchabas, estabas ahí, tras la ventana, no podías acercarte, esta vez la recaída había sido fuerte y te mantenía postrada en la cama, pero le esperabas, ansiabas cada día ese momento en el que volvía y te deleitaba con su sonido, la sonrisa brotaba en tu cara y tus ojos brillaban de felicidad, no había nada en el mundo más maravilloso que ese instante, esperabais pacientes, él fuera cantándote y tu deseando mejorar para reunirte con él.