miércoles, 29 de enero de 2014


En la vida hay de todo, hay cosas que te ayudan y otras que te lo ponen difícil, cosas que te allanan el camino y otras que te lo llenan de piedras, cosas que te hacen sonreír y otras que te hacen contener las lágrimas, cosas que te suavizan las caídas y otras que te dejan caer sin más.

Hay cosas que te anulan, que te bloquean, que poco a poco te van pudriendo por dentro, que se apoderan de tu luz, que te roban todo aquello que eres, que te hacen doblegarte, que te colapsan, que dejan tu mirada vacía, que te hierven la sangre, que te quitan la esperanza y la ilusión.

Hay cosas que te liberan, que te hacen sonreír, que te llenan de luz y energía, que te inspiran, que no dejan de aportarte sueños, que te transportan allá donde deseas estar, que iluminan tu mirada, que agrandan tu corazón, que te impulsan, que te hacen sentir arropada, que te sostienen, que te dan alas.

Puedes estar abandonado con la mente perdida o sentirte perdidamente enamorado, puedes quejarte continuamente o buscar soluciones, puedes pensar en lo que no tienes o dar las gracias por lo que disfrutas, puedes aislarte del mundo o pedir a gritos ayuda, puedes guiarte por pensamientos absurdos y fugaces de tu cabeza o dejar que las genialidades que la vida hace cruzar en tu camino te encaucen, puedes escribir sin sentido o vivir intensamente cada palabra.


Hay cosas que te muestran lo que eres, pero recuerda, lo que realmente te define es lo que quieres ser, eres tu quien escribe su propia historia.

lunes, 13 de enero de 2014

Recuerdos

Recordaste cuando encontraste ese pajarito tímido y escurridizo, ese que veías desde tu ventana mientras revoloteaba de teja en teja, nervioso e inseguro, al principio te preocupaba porque parecía que huía de algo que no lograbas ver o que sufría sin poder posarse por miedo a resbalar, pero pronto te diste cuenta de que estabas muy lejos de la realidad, dejaste de centrarte en lo que la apariencia hacía ver y observaste esos pequeños detalles reveladores, esos pequeños movimientos de cabeza en cada brinco, ese intercambio de pata en cada leve e instantáneo toque y todo se volvió distinto, una melodía empezó a repetirse en tu cabeza, cada salto y cada toque se convirtió en una nota, no podías hacer otra cosa que dejar que la sonrisa iluminase tu cara y un escalofrío musical recorriese tus entrañas, así cada día volvías a la ventana para deleitarte con él, reías nerviosa y tarareabas sin querer su canción, el volvía una y otra vez a ese mismo sitio aparentemente sin percatarse de tu presencia, revoloteaba distraído y feliz mientras tú le observabas, sin daros cuenta, disfrutabais el uno del otro.

Un día el regresó y comenzó su baile como en cada ocasión, pero esta vez no duró mucho, sintió algo extraño, como si le faltase algo en especial, por primera vez se posó y reconoció el lugar, se percató de que ese sitio del que antes salía luz ahora solo era un mero reflejo de lo que había enfrente, voló hasta esa ventana que por primera vez en mucho tiempo estaba cerrada, la revisó de arriba abajo y de izquierda a derecha, buscando algún recoveco, pero no lo había, estaba completamente cerrada y únicamente podía ver su propio reflejo, aun así no desistió, comenzó a cantar, a silbar esa melodía que tu tanto habías tarareado, volvía día tras día a posarse en tu cornisa para cantar alegremente vuestra canción.


Tú le escuchabas, estabas ahí, tras la ventana, no podías acercarte, esta vez la recaída había sido fuerte y te mantenía postrada en la cama, pero le esperabas, ansiabas cada día ese momento en el que volvía y te deleitaba con su sonido, la sonrisa brotaba en tu cara y tus ojos brillaban de felicidad, no había nada en el mundo más maravilloso que ese instante, esperabais pacientes, él fuera cantándote y tu deseando mejorar para reunirte con él.