lunes, 4 de junio de 2018

BASTA



Querido, qué digo, odiado rincón oscuro de mi mente, tengo algo que decirte, vete un poquito a la mierda, y si, literalmente, métete de lleno en una jodida boñiga y púdrete para siempre, ni se te ocurra asomar ni una puta vez más. Que sí, di todo lo que quieras, ya no vas hacer más efecto en mí del que me hace una leve brisa, ya no vas a lograr doblegarme a tu voluntad como siempre haces, me niego a ser ni un segundo más cómplice de tu arrogancia y egoísmo, vete con tu hipocresía a cualquier sitio donde yo no esté presente, y cuantos más kilómetros pongas de por medio, mejor que mejor.

Aléjate de mí porque no respondo de lo que pase a partir de ahora, aléjate de mi infinita paciencia porque la desgastaste hasta límites insospechados, de mis estados anímicos múltiples porque hiciste que superen a cualquiera de los picos montañosos existentes  en este planeta, de mis planes a lo loco y mis regalos inesperados porque los sepultaste bajo inexplicable indiferencia, pasa de mis palabras de consuelo porque las convertiste en insignificantes, de mis chistes malos en cualquier momento porque los jodiste con tu falsa sonrisa, de mis noches en vela suspirando por mis sueños porque no serás capaz de demolerlos, ni siquiera de arañarlos, ni una vez más.

Dejo de estar disponible para tus juegos desesperantes, para tu visión simplista y egocéntrica de la vida, para ver cómo te regodeas de mis caídas o cómo me empequeñeces en mis días malos. Me voy a dónde sé que se me respeta y valora sencillamente por lo que soy, dónde me escuchan y mantienen conversación conmigo, dónde me demuestran que soy algo más que carne y huesos colocados sin más en este mundo de locos. Abrazaré la vida que quiero llevar, me sentiré afortunada de aquellas personas que se sienten agradecidas de tenerme en su vida, disfrutaré de mi afán por ayudar en todo lo que esté a mi alcance, me enamoraré de los lugares que tenga la suerte de poder visitar y esperaré lo que merezco con la mayor plasticidad que pueda.

Yo le daré prioridad a ser esa persona amable, risueña, soñadora, detallista, de reacciones imprevisibles e inseguridades ocultas tras una fortaleza moldeable, a esa que se desvive por los suyos, igual que lo hace consigo misma. ¿Y tú? Tu puedes quedarte en la boñiga hasta que te descompongan en partículas tan pequeñas que se camuflen y pasen tan desapercibidas como un grano en mitad del inmenso océano, porque no puedo vivir si sigo dejando que vengas a atormentarme una y otra vez con tus fantasmas.