viernes, 14 de septiembre de 2018

Rescatar-me




No es nada nuevo decir que a veces algunas personas tienen la suerte de compartir sus días con seres especiales, que viven esa sensación inaudita de poder hablar sin tener que decir nada porque solo un gesto o una mirada bastan, que logran presenciar en primera persona el instante en el que se cruzan con alguien que pone su vida del revés y en el que se olvidan hasta de cómo tener los pies sobre el suelo, que tienen la fortuna de poder despertar cada mañana con su olor y sabor preferidos, que se estremecen cada vez que reciben un abrazo inesperado por la espalda o ese dulce beso en la comisura de los labios…

Tampoco es nada nuevo que nada dura para siempre, sin embargo extrañamente son pocos los que realmente lo valoran mientras viven estos momentos. Sea como sea, siempre solemos decir que bendito y odiado sentimiento es aquel que te puede dar y quitar tanto, pasando todo antes de que te des cuenta siquiera de lo que ocurre. Quieras o no, al final acabas siendo cómplice de su locura, te dejas llevar y arrastrar por el como si no existiera nada más en la vida, nunca te da tiempo a recoger nada para el camino y al final acabas tremendamente vacío, inexplicablemente más de lo que en algún momento anterior estuviste…

¿Y después qué? Queda recomponerse en uno de los pequeños pedacitos supervivientes, recolocar los fragmentos de lo que un día fue la vida que esperabas tener, recuperar los sueños que algún día pasado tuviste y que andarán guardados en vete a saber qué rincón del mundo, reaprender lo que esperabas que la vida te hubiera enseñado ya, reutilizar los consejos que antes dabas aunque ahora te resulten irrealizables, reagruparte con aquellas personas que siguen apoyándote a pesar de todo, rediseñar aquello que un día te hizo disfrutar de la vida…


martes, 11 de septiembre de 2018

Paso a paso



Cuando casi ves el final cuesta seguir avanzando pasito a pasito, te entran las prisas y al final los pies se tropiezan solos, se te olvida que los pasos amplios cunden más que mini pasos atropellados, que hay que darle un par de vueltas a las cosas antes de lanzarte de cabeza al vacío sin paracaídas, porque al final los resultados pueden no ser los que uno espera.
Algo parecido ocurre con las personas que nos acompañan en el camino, unas están en cada paso y otras no, pero se nos olvida que no es elección nuestra si no suya, que cada cual se relaciona con los demás cuando quiere y de la forma que sabe, no hay una fórmula mágica ni universal pues cada uno conserva aquello que le aporta beneficio en la vida de la mejor manera que conoce.
También pasa con nuestro amor propio, ese gran desconocido para casi todos, después de tantos momentos vividos para los demás se hace realmente extraño vivir alguno para uno mismo, porque no te abandona esa sensación de querer compartirlo con alguien, no desaparece esa falta de individualismo, al contrario, es como si no entendieses ni fueras capaz de ser de esa manera.
El tiempo puede ser a la vez aliado y enemigo, en el mismo momento en el que sales por la puerta cada día te enfrentas a su doble realidad, pero aun así lo haces, con dudas, con las piernas temblando y el alma a rastras, porque el coraje es tu bandera de identidad y lo único que no debemos perder nunca es a nosotros mismos.