lunes, 9 de noviembre de 2020

Mira tu reflejo


 

Si quieres...puedo hacer añicos tu coraza, desmenuzar tus inseguridades, reestructurar tu idea de defecto, aligerar la carga de tus hombros, hacer brillar tu piel por cada uno de tus poros, tirar por tierra tus intentos de bloqueo, revelarte el origen de tu chispa, darte la vuelta para ver el día con otra perspectiva, reventarte la idea de que lo bueno no esta lejos sino a tu alcance.


Si quieres...puedo enseñarte como verte como yo te veo, mostrarte el brillo de tus ojos, la dulzura de tu risa, el contoneo de tus andares, la certeza de tus palabras, la profundidad de tus abrazos, el sigilo con el que escuchas, lo especial de tu bravuconeria, el sonido sin fin y contagioso de tu risoterapia, el temple en los momentos delicados, el descaro con el que sabes sacar una sonrisa.


Solo si quieres...puedes coger mi mano y perdernos, da igual donde y cuando, eso es lo de menos, solo hace falta que quieras y que te agarres fuerte, porque no se puede decir que no habrá baches, pendientes, terremotos, diluvios, ni todo lo que puedas imaginar, incluso alguna que otra sorpresa mas, pero cuando estes despeinada y tumbada en la cama, lo único que te saldrá sola será la sonrisa.


Y todo esto, si quieres, puedo hacerlo sin moverme ni un centímetro.

sábado, 29 de agosto de 2020

 


A veces es lo que no digo y otras lo que no paro de repetir...

Que bonito es volver a ver ese brillo en tus ojos, ese que aparece en los inicios, ese de quien abre de par en par las barreras, de quien redibuja su sonrisa al encontrar tus hoyuelos, ese que no puedes esconder tras esa mirada transparente, esa forma tan tuya de abrirte en canal, ese corazón que aparece en tus labios, ese caminar despreocupado por cualquier rincón, esos silencios en los que no paras de pensar, ese botón escondido que muy pocos llegan a pulsar y que tiene un mensaje muy simple:
¿a dónde vamos?

Que suerte sentir cada día tu mismo escalofrío, de pies a cabeza, tu apretón de manos, suaves y firmes, tus caricias remolonas, sin final, tu respiración en la espalda, al compás, tu abrazo sin más, tu forma de tocar sin tocar, tu manera de verlo todo sin mirar, y el poder acompañar tus pasos con la brisa del mar.

Reconstruyo tu cuerpo con cada una de las piedras con las que fuimos a tropezar, lo moldeo con las lianas por las que tuvimos que trepar, lo estabilizo con los lagos donde nos reflejamos, lo ilumino con aquello que fue nuestro despertar, lo dejo pulir bajo la lluvia que nos resbalaba sin más, lo sello con los besos sumergidos en el profundo mar, y lo dejo partir tras las huellas que se quedaron a esperar.

¿Es justicia poética aprender que a veces lo extraño se convierte en cercano
y lo cercano deja de ser real?




martes, 5 de mayo de 2020



Un detalle, uno de esos tan insignificante que no puedes agradecer lo suficiente, ni con todo el tiempo que te depare la vida, de esos que no podrías olvidar, aunque lo intentases, esos que te acompañan cada día y aparecen como de repente en tu mente, que se conectan con tu retina de improviso y no puedes parar de sonreír, que son muchos de mis momentos contigo.

En el diccionario hay palabras que dicen describirte, que osan creer por un instante que pueden definirte, pretenden tomarse la libertad a la ligera de querer acotar aquello que significas y no podrán jamás imaginar lo que supone compartir contigo ni siquiera un solo instante.

Ya sabes que no me gustan los días señalados, esos marcados en el calendario para tener que acordarme de alguien, para decirle a alguien lo que supone en mi vida. No, eso no va conmigo, ni lo hará jamás, yo prefiero desperezarme un día, despertarme y aparecer al otro lado del espejo mientras tú te miras.

Tú, con tu carita cansada, con esas marcas del paso del tiempo, sintiendo que te pesan los tobillos, que tu espalda se desbarajusta, tú, cierras los puños y temblando levantas la mirada, ajustas tu sonrisa y afrontas otro día, tú, pones un pie delante de otro y comienzas 24h sin descanso, sabiendo que tus piernas no pararán hasta que vuelvas a cerrar los párpados, tú no tienes ni idea de cuánto te quiero.

Yo, que no puedo encontrar vocales ni consonantes para formar una palabra que te defina, que ya no recuerdo cuantas veces me has tendido la mano, el brazo, el hombro y tu alma entera cuando ha sido necesario, yo, que cada día me encanta más hacerte reír y escuchar tu sonrisa, pero es que si creía que ya no podrías superarte vas tu y me regalas dos sobrinos de ¡disparate!

Ellos que son esa parte de ti que te descubren la sencillez de la vida y a la vez te desesperan hasta límites insospechados, que te hacen llorar de la risa y hacen brillar tanto tus ojos como para hacerle sombra al sol, ellos, que son el vivo reflejo de tus mayores logros y tus gigantes sacrificios, tanto en tus días de sofá y manta como en tus días de horas en la playa, ellos que con un abrazo son capaces de alimentar tu alma hasta el infinito y más allá.

Pero tampoco quiero que olvides nunca que estaré a tu lado pase lo que pase, tenga que remar a favor o en contra de la corriente, que lo mío es tuyo, que siempre estaré para ti y que no te faltará mi apoyo en cualquier tormenta que nos depare la vida.

¡Lo que es la vida! Pretendiendo englobar algo tan grande como tú, cuando te decimos simples palabras como madre, hermana o amiga, cuando digo te quiero y en realidad quiero decir que

¡TE AMO!

domingo, 19 de abril de 2020

Inolvidable




El mundo mortal piensa que lo inolvidable es aquello que te pasa por primera vez. La primera vez que ves amanecer o atardecer, que vas al mar, que sientes el agua sobre tu piel, que sumerges tus ojos. La primera vez que acaricias, que besas, que abrazas, que lloras, que ríes. La primera vez que escuchas el canto de los pájaros, a esa persona diciendo te amo, su risa o su respiración. La primera vez que haces algo con tus propias manos, que sientes la gratitud de alguien o el amor incondicional de una mirada animal. Todas esas primeras veces se te quedan como impregnadas y al final tu mente no puede evitar intentar revivirlas una y otra vez…


Luego te metes en mi mundo, en ese entresijo de axones de mi cabeza, y en ese desbarajuste te das cuenta que lo inolvidable se hace efímero, se torna en minutos eternos y segundos fugaces, porque lo inolvidable es olvidable en una mente sin memoria, o mejor dicho con memoria selectiva, como estamos aprendiendo con el paso de los años. De repente te ves embaucado cada día en la embriaguez de vivir cada instante como si fuera la primera vez, de disfrutar de cada risa, desayuno, charla, paseo, de divertirte con cada momento del que dispones, de dedicarte el tiempo que habías dejado correr, tan rápido, que ya ni siquiera recuerdas cuánto tiempo pasó…


Así que me veo leyendo el blog, desde mis inicios, han pasado ya bastantes años y la verdad es que me cuesta reconocerme. Ahora puedo decir que he cambiado y espero poder decir también que por fin he aprendido algunas cosas, aunque otras tantas aún me quedaran por descubrir. Diría que todo este tiempo me ha servido para plasmar aquello por lo que todos, en mayor o menor medida, pasamos y que sin duda es el camino del autoconocimiento, el descubrimiento de cómo es nuestra personalidad y de nuestra propia fortaleza. Aprendiendo poco a poco a rodearte de aquellos que suman en tu vida y a dejar ir a los pasajeros, no se puede apresar ni someter a los viajeros de espíritu. Todos tenemos límites que no deberíamos traspasar, y no me refiero a los límites en cuanto a lo que podemos o no hacer, sino a los límites para con nosotros mismos.