Querido, qué digo, odiado rincón oscuro de mi mente, tengo
algo que decirte, vete un poquito a la mierda, y si, literalmente, métete de
lleno en una jodida boñiga y púdrete para siempre, ni se te ocurra asomar ni
una puta vez más. Que sí, di todo lo que quieras, ya no vas hacer más efecto en
mí del que me hace una leve brisa, ya no vas a lograr doblegarme a tu voluntad
como siempre haces, me niego a ser ni un segundo más cómplice de tu arrogancia
y egoísmo, vete con tu hipocresía a cualquier sitio donde yo no esté presente,
y cuantos más kilómetros pongas de por medio, mejor que mejor.
Aléjate de mí porque no respondo de lo que pase a partir de
ahora, aléjate de mi infinita paciencia porque la desgastaste hasta límites
insospechados, de mis estados anímicos múltiples porque hiciste que superen a cualquiera
de los picos montañosos existentes en
este planeta, de mis planes a lo loco y mis regalos inesperados porque los
sepultaste bajo inexplicable indiferencia, pasa de mis palabras de consuelo
porque las convertiste en insignificantes, de mis chistes malos en cualquier
momento porque los jodiste con tu falsa sonrisa, de mis noches en vela
suspirando por mis sueños porque no serás capaz de demolerlos, ni siquiera de
arañarlos, ni una vez más.
Dejo de estar disponible para tus juegos desesperantes, para
tu visión simplista y egocéntrica de la vida, para ver cómo te regodeas de mis
caídas o cómo me empequeñeces en mis días malos. Me voy a dónde sé que se me
respeta y valora sencillamente por lo que soy, dónde me escuchan y mantienen
conversación conmigo, dónde me demuestran que soy algo más que carne y huesos
colocados sin más en este mundo de locos. Abrazaré la vida que quiero llevar,
me sentiré afortunada de aquellas personas que se sienten agradecidas de
tenerme en su vida, disfrutaré de mi afán por ayudar en todo lo que esté a mi
alcance, me enamoraré de los lugares que tenga la suerte de poder visitar y
esperaré lo que merezco con la mayor plasticidad que pueda.
Yo le daré prioridad a ser esa persona amable, risueña, soñadora,
detallista, de reacciones imprevisibles e inseguridades ocultas tras una fortaleza
moldeable, a esa que se desvive por los suyos, igual que lo hace consigo misma.
¿Y tú? Tu puedes quedarte en la boñiga hasta que te descompongan en partículas
tan pequeñas que se camuflen y pasen tan desapercibidas como un grano en mitad
del inmenso océano, porque no puedo vivir si sigo dejando que vengas a atormentarme una y otra vez con tus fantasmas.