Recordaste cuando encontraste ese pajarito tímido y
escurridizo, ese que veías desde tu ventana mientras revoloteaba de teja en
teja, nervioso e inseguro, al principio te preocupaba porque parecía que huía
de algo que no lograbas ver o que sufría sin poder posarse por miedo a
resbalar, pero pronto te diste cuenta de que estabas muy lejos de la realidad,
dejaste de centrarte en lo que la apariencia hacía ver y observaste esos
pequeños detalles reveladores, esos pequeños movimientos de cabeza en cada
brinco, ese intercambio de pata en cada leve e instantáneo toque y todo se
volvió distinto, una melodía empezó a repetirse en tu cabeza, cada salto y cada
toque se convirtió en una nota, no podías hacer otra cosa que dejar que la
sonrisa iluminase tu cara y un escalofrío musical recorriese tus entrañas, así cada
día volvías a la ventana para deleitarte con él, reías nerviosa y tarareabas
sin querer su canción, el volvía una y otra vez a ese mismo sitio aparentemente
sin percatarse de tu presencia, revoloteaba distraído y feliz mientras tú le
observabas, sin daros cuenta, disfrutabais el uno del otro.
Un día el regresó y comenzó su baile como en cada ocasión,
pero esta vez no duró mucho, sintió algo extraño, como si le faltase algo en
especial, por primera vez se posó y reconoció el lugar, se percató de que ese
sitio del que antes salía luz ahora solo era un mero reflejo de lo que había
enfrente, voló hasta esa ventana que por primera vez en mucho tiempo estaba
cerrada, la revisó de arriba abajo y de izquierda a derecha, buscando algún
recoveco, pero no lo había, estaba completamente cerrada y únicamente podía ver
su propio reflejo, aun así no desistió, comenzó a cantar, a silbar esa melodía
que tu tanto habías tarareado, volvía día tras día a posarse en tu cornisa para
cantar alegremente vuestra canción.
Tú le escuchabas, estabas ahí, tras la ventana, no podías
acercarte, esta vez la recaída había sido fuerte y te mantenía postrada en la
cama, pero le esperabas, ansiabas cada día ese momento en el que volvía y te
deleitaba con su sonido, la sonrisa brotaba en tu cara y tus ojos brillaban de
felicidad, no había nada en el mundo más maravilloso que ese instante,
esperabais pacientes, él fuera cantándote y tu deseando mejorar para reunirte
con él.
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