Es curioso, etimológicamente es solo un espacio o intervalo
de lugar o de tiempo, pero solemos darle un significado mayor en cuanto entra a
formar parte de nuestra vida.
Hay una tendencia general a proporcionarle poderes increíbles
a esa sencilla palabra, es esa gran incomprendida y a quien suelen señalar de primeras, porque sin duda suele ser la culpable de muchas cosas:
si no te abrazo es porque el sofá es grande y nos distancia, si no te llamo es
porque el teléfono está a una distancia inalcanzable, si no te escribo es
porque las palabras me recuerdan que estamos distanciados, si no te veo es
porque una gran distancia nos separa, si no continuo apostando por conseguir lo
que me propongo es porque la meta está a mucha distancia, si no cojo ese
trabajo es porque me distancia del verdadero trabajo que quiero conseguir, y
así un largo etc., ¿realmente no nos cansamos de poner excusas?
Dirigimos nuestras acciones todo lo posible a no ver
nuestros fallos, si no a proporcionarle a nuestra cabeza un escape, una forma
de evadir nuestros propios errores y culpas, todo ello en base a permanecer
tranquilos y con la seguridad de que no es equivocación nuestra. Porque se
tiende a ir a lo sencillo, suele ser más fácil ver “la paja en el ojo ajeno” y poder
echarle la culpa a otra persona o cosa, suele quitar tensión el convencerse de
que algo no depende totalmente de ti mismo.
Volvemos siempre a lo mismo, la comodidad frente al cambio,
vivimos absortos en un mundo ficticio que nos guía a ciegas y con rumbo fijo en
una realidad donde predomina la inestabilidad, por eso tendemos al
desequilibrio, el enfado, la frustración o el pesimismo, nos aferramos a
mantener a toda costa aquello que mantenga un rumbo fijo y estipulado, porque
tememos todo aquello que no haya sido experimentado por otros anteriormente.
Olvidamos tantas cosas y perdemos tantas otras durante el camino, que al final
ya no sabemos si realmente hemos vivido o no nuestra propia vida.
Hay una frase que dice: “la distancia no significa nada
cuando la persona lo significa todo”, luego hay otra que dice: “nunca nadie lo
tiene todo, pues nos pasamos la vida buscando lo que más queremos, pero luego
nos resulta difícil distinguirlo cuando lo tenemos delante”, entonces, ¿en qué
quedamos?
Me sería difícil explicar con palabras lo que se
siente cuando abres esa pequeña puertecita que tiene colgado el cartelito de “a
partir de aquí todo cambia”, tampoco sabría cómo expresar en un solo párrafo
todo lo que han significado para mi todos y cada uno de los cambios que voy
experimentado a lo largo de mi vida, solo sé que no volvería a cerrar esa
puerta, que aun sin saber lo que te puede deparar el cruzarla mereció y merece
cada día la pena, es más, aunque supiera cuantas veces me voy a tropezar por
haberla atravesado seguiría haciéndolo una y otra vez, porque no hay mejor
sensación que la de sentirte vivo.
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