Deja que te de mi punto de vista, mientras me encaramo a la cresta
de la ola de la vida, con la sana intención de poner los pies en reposo en
tierra firme. Esta ola tiene un mecanismo difícil de mantener, requiere de
muchas partes que se entrelazan al unísono, pero extrañamente lo hacen con
relativa facilidad. Quizá el fallo se encuentre en que no sabemos repartir
equitativamente las fuerzas que proporcionamos a cada una de dichas partes. En
su esencia todas pesan lo mismo, pero dispuestas en tu cabeza la cosa cambia
bastante, una vez más nosotros decidimos cuales de ellas destacarán en nuestra
vida y cuales lo harán menos.
Por mi parte, creo que no he logrado nunca enganchar bien la
ondulación de inicio, en cada uno de las olas de mi vida he ido sorteando los
rompeolas de un fluido que nunca acabó de avanzar con continuidad.
Sorprendentemente, a pesar de todas las caídas, la ola sigue a duras penas su
trayecto, con sus cicatrices y huellas a modo de parches temporales que al paso
que voy tendrán que aguantar bastante el tipo.
Una vez más, circula despacio, viéndome en el filo de la
cresta de las indecisiones, sabiendo lo que pasará y que no tiene necesidad de reducir
su altura. Porque la mente es un especimen tan previsible como el crecimiento
de una planta, todas esas fases por las que pasan nuestros pensamientos no son
más que una rutina de bloqueo y desbloqueo, algo así como un reinicio desde
aquello que en algún momento supiste controlar, con la única finalidad de
reponerte o abandonarte. Tú te quedas en medio, el tiempo que te dé la gana, ya
según seas más o menos masoca contigo mismo, nuevamente elegir uno u otro
depende de nosotros, ¿pero qué o quién dictamina si pasas mucho o poco tiempo
en ese limbo?
Nada ni nadie puede decirte una respuesta más valida que la
que tú mismo estés pensando, el tiempo es tan relativo como el cambio de las
estaciones actualmente, por lo que solo puedo darte mi humilde punto de vista.
Dada mi experiencia en sobrellevar estos limbos, al final llegaré a un punto en
el que me acostumbraré tanto a estar en ellos, que quizá los busque inconscientemente.
Hay cierto grado de satisfacción en tan tremenda locura, se hace necesario
poder mandar todo y a todos a paseo, porque ¿qué carajo le importa a nadie si
me tomo un tiempo para mi? ¿acaso no hice suficiente todo ese tiempo atrás? ¿no
me lo merezco?
Pero he de seguir siendo sincera conmigo misma, porque sin
eso si que no sería nada. Por ahora, quisiera no olvidar, que en el fondo de mi
mente, sé que se está mejor al otro lado, cuando abandonas el círculo vicioso
de autocompasión y victimismo, dejas de alabar a tu ombligo y de considerarte
dueño y señor de tu propia vida. Cuando te acercas a ser lo que tú mismo
querrías para ti, no por esperar que alguien te devuelva nada, sino porque
vives convencido de lo que haces y eso te llena por dentro hasta límites
insospechados.
¿Y por qué no?