Cuando
has sentido que todo a tu alrededor estaba vacío, que todo lo que atraías era
negrura, que el solo pensar en el camino que tenías por delante ya se te hacía
arduo y complicado, cuando pasas días y días así acabas por acostumbrarte tanto
a esa sensación que dejas de verlo como algo malo, que sientes como si fuese
parte de tu vida, te atrapa de tal manera, sin siquiera darte cuenta, pasa a
ser parte de ti, de tu personalidad, se arraiga profundamente en tus pensamientos
sin dudar…
Es algo
muy difícil de cambiar, algo que implica fuerza, coraje e inconformismo, que
para desprenderse de ello te hace tener que salir de tu cómoda y monótona
rutina, te hace tener que sentir la duda, la imprevisibilidad, la
incertidumbre, cosas de las que no sabes nada pero a la vez quieres saberlo
todo, porque en definitiva quieres sentirte tal y como lo hacías antes, puede
que hoy lo consigas, que mañana dudes, que pasado no lo consigas y vuelvas a tu
arraigado estado anterior que no dejará de estar ahí…
Entonces
pasa algo, llega alguien, ves algo o sientes eso que te hace dar un brinco, eso
que te enciende ese pequeño interruptor que todos tenemos en la cabeza, eso que
te inunda por dentro, a la vez que te vacía de todo aquello que tenías y te
hace reinventarte, es como esa sensación de que estas con el brazo estirado al
máximo, mientras tus dedos la acarician tímidamente, pero ese gran sentimiento
se transporta a cada poro de tu ser, es una posición poco normal y complicada
de mantener, pero ahí estas, dándolo todo por conservarlo, dejando que te
inunde por dentro y que aflore sin pestañear, permites que se apodere de ti,
alargas cada vez más el brazo, la tensión te hace temblar pero te sientes
atraído, no puedes parar y entonces, solo entonces, crees que quizá te puedas
acostumbrar ^^
No hay comentarios:
Publicar un comentario