Hay quien me pregunta si no me canso de ir a contracorriente
respecto a la mayoría de la sociedad, yo les miro como si me estuviesen
preguntando la mayor de las absurdeces.
La sociedad actual en la que vivimos está inmersa en una
burbuja, una burbuja a veces tan opaca que no vemos ni lo que tenemos delante,
en la que perdemos la nitidez del día a día y nos vemos inmersos en idas y
venidas sin sentido, una burbuja que pase lo que pase no podrá ser rota ni
resquebrajada.
Lo que si puede es volverse un poco más nítida,
permitiéndote ir visualizando todo aquello que pretenden que obvies, somos
esclavos, esclavos de aquello que quieren que hagamos, de aquello que quieren
que comamos, de la forma en la que quieren que vivamos, de las tradiciones que
quieren que sigamos, pero principalmente somos esclavos de un papel llamado
dinero, estamos obligados a jugar al monopoly desde que nacemos hasta incluso
después de muertos, da igual si te gusta o no, si quieres o no, nos inculcan
que para conseguir algo solo hace falta trabajar y ganar dinero, cuando al
final lo consigues, te das cuenta de que la realidad es que ese mismo trabajo
te deja sin tiempo para hacerlo, vivimos soñando con que en el futuro podremos
cumplir sueños, con que al final tendrás la felicidad que deseas, con que
cuando consigas el suficiente dinero podrás ser libre, imaginaria libertad, con
que cada día te acerca un poco más a ese ansiado momento en el que dicen que
podrás ser feliz.
Empiezas a ver el egocentrismo que reina en la raza humana,
rivalizando siempre con la hipocresía, la visión primordial de que lo
individual prima sobre lo colectivo, te das cuenta de que la autodestrucción es
el pan de cada día, reventarse el hígado y atrofiarse los pulmones son cosas
tan normales como respirar, autoproducirse enfermedades es lo que acompaña al
pan de cada día, ser simples números de un algoritmo ya desfasado no importa
gran cosa mientras te dejen tranquilo, creer que somos el ombligo de la vida es
el trono de una silla que ya hace mucho que se tambalea sin control.
Me cuesta ver todo esto, darme cuenta de que pertenezco a la
misma especie, que soy una más de toda esa serie de infortunios. Lo que me
ayuda a no desfallecer es precisamente ir a contracorriente, es vivir haciendo y
comiendo lo que quiero, es disfrutar de cada día que abro los ojos, es
empaparme a cada paso de la belleza que me regala la madre tierra, es dar
gracias por cada cosa y cada persona con la que tengo el gusto de compartir
experiencias, lo que me da ánimos es hacer todo lo que este en mi mano por
poner un granito de arena a quien este en el proyecto de aprender viviendo o
por quitarlo para aliviar a quien lleve demasiada carga encima, es dejar a un
lado aquello que me atormenta y abrazar con fuerza aquello que me ilumina, es
pensar que cada día que me acuesto he disfrutado plenamente de quien soy, es
dormir con la conciencia tranquila de estar orgullosa por mí misma de todo lo
que voy logrando.
Y después de que leas esto, contéstate tu solo, porque yo no
voy a volver a responderte ni explicártelo.
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