jueves, 5 de junio de 2014

A contracorriente

Hay quien me pregunta si no me canso de ir a contracorriente respecto a la mayoría de la sociedad, yo les miro como si me estuviesen preguntando la mayor de las absurdeces.
La sociedad actual en la que vivimos está inmersa en una burbuja, una burbuja a veces tan opaca que no vemos ni lo que tenemos delante, en la que perdemos la nitidez del día a día y nos vemos inmersos en idas y venidas sin sentido, una burbuja que pase lo que pase no podrá ser rota ni resquebrajada.
Lo que si puede es volverse un poco más nítida, permitiéndote ir visualizando todo aquello que pretenden que obvies, somos esclavos, esclavos de aquello que quieren que hagamos, de aquello que quieren que comamos, de la forma en la que quieren que vivamos, de las tradiciones que quieren que sigamos, pero principalmente somos esclavos de un papel llamado dinero, estamos obligados a jugar al monopoly desde que nacemos hasta incluso después de muertos, da igual si te gusta o no, si quieres o no, nos inculcan que para conseguir algo solo hace falta trabajar y ganar dinero, cuando al final lo consigues, te das cuenta de que la realidad es que ese mismo trabajo te deja sin tiempo para hacerlo, vivimos soñando con que en el futuro podremos cumplir sueños, con que al final tendrás la felicidad que deseas, con que cuando consigas el suficiente dinero podrás ser libre, imaginaria libertad, con que cada día te acerca un poco más a ese ansiado momento en el que dicen que podrás ser feliz.
Empiezas a ver el egocentrismo que reina en la raza humana, rivalizando siempre con la hipocresía, la visión primordial de que lo individual prima sobre lo colectivo, te das cuenta de que la autodestrucción es el pan de cada día, reventarse el hígado y atrofiarse los pulmones son cosas tan normales como respirar, autoproducirse enfermedades es lo que acompaña al pan de cada día, ser simples números de un algoritmo ya desfasado no importa gran cosa mientras te dejen tranquilo, creer que somos el ombligo de la vida es el trono de una silla que ya hace mucho que se tambalea sin control.

Me cuesta ver todo esto, darme cuenta de que pertenezco a la misma especie, que soy una más de toda esa serie de infortunios. Lo que me ayuda a no desfallecer es precisamente ir a contracorriente, es vivir haciendo y comiendo lo que quiero, es disfrutar de cada día que abro los ojos, es empaparme a cada paso de la belleza que me regala la madre tierra, es dar gracias por cada cosa y cada persona con la que tengo el gusto de compartir experiencias, lo que me da ánimos es hacer todo lo que este en mi mano por poner un granito de arena a quien este en el proyecto de aprender viviendo o por quitarlo para aliviar a quien lleve demasiada carga encima, es dejar a un lado aquello que me atormenta y abrazar con fuerza aquello que me ilumina, es pensar que cada día que me acuesto he disfrutado plenamente de quien soy, es dormir con la conciencia tranquila de estar orgullosa por mí misma de todo lo que voy logrando.

Y después de que leas esto, contéstate tu solo, porque yo no voy a volver a responderte ni explicártelo.

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