viernes, 11 de agosto de 2017


Escribir, escribirme y luego escribirte, a mi y a ti, dos caras de la misma hoja, es algo que no me canso de hacer. 
Por mucho que pase el tiempo, aunque pasen mil cosas entre medias, incluso si acabo de estar contigo, no importa porque cada vez que lo hago me siento como si fuera la primera vez y me encanta saber que este cosquilleo no se acabará. 
Hace unos días te releí, volvieron a ensamblarse nuestras letras como si estuviéramos escribiendo ahora mismo, ya sabíamos que los sentimientos vienen y van, pero no que las letras nos harían perpetuos. 
Tu ingenuidad y mi continuo derroche de altibajos, esos eternos amantes de frases y enamorados de verdades escritas, no dejarán de encontrarse en cada esquina. 
Hay que ver lo pequeñas que se nos quedaron todas esas paredes blancas y el gran mundo que se nos abrió en cada uno de nuestros rincones, aún queda mucho, mucho para darnos cuenta de que las líneas no suelen ser del todo rectas. 
Por ahora brindemos, por todo lo que ambos vivimos, por lo que nos muestra el presente, pero sobre todo por lo que sea que nos depare el futuro.

No hay comentarios: