martes, 11 de septiembre de 2018

Paso a paso



Cuando casi ves el final cuesta seguir avanzando pasito a pasito, te entran las prisas y al final los pies se tropiezan solos, se te olvida que los pasos amplios cunden más que mini pasos atropellados, que hay que darle un par de vueltas a las cosas antes de lanzarte de cabeza al vacío sin paracaídas, porque al final los resultados pueden no ser los que uno espera.
Algo parecido ocurre con las personas que nos acompañan en el camino, unas están en cada paso y otras no, pero se nos olvida que no es elección nuestra si no suya, que cada cual se relaciona con los demás cuando quiere y de la forma que sabe, no hay una fórmula mágica ni universal pues cada uno conserva aquello que le aporta beneficio en la vida de la mejor manera que conoce.
También pasa con nuestro amor propio, ese gran desconocido para casi todos, después de tantos momentos vividos para los demás se hace realmente extraño vivir alguno para uno mismo, porque no te abandona esa sensación de querer compartirlo con alguien, no desaparece esa falta de individualismo, al contrario, es como si no entendieses ni fueras capaz de ser de esa manera.
El tiempo puede ser a la vez aliado y enemigo, en el mismo momento en el que sales por la puerta cada día te enfrentas a su doble realidad, pero aun así lo haces, con dudas, con las piernas temblando y el alma a rastras, porque el coraje es tu bandera de identidad y lo único que no debemos perder nunca es a nosotros mismos.

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