domingo, 17 de octubre de 2010


Ahora si, la parte mas afectada de su pasado puede por fin reiniciarse (o eso me hace creer), le miro y observo atentamente, ahí esta sentada en su asiento del tren, con la mirada perdida a través de la ventana, tiene los ojos abiertos pero su mente anda muy lejos de este lugar, la dejo descansar porque aun queda camino por recorrer, apenas acabamos de subir al tren y quedan muchas paradas hasta llegar a nuestro destino, me quedo con la satisfacción de que por fin pudimos mantener una conversación, hacia mucho que no podíamos compartir un dialogo, ella misma se da cuenta de su mejora y ahora ve un resquicio en su muralla interior, divisa un pequeño recoveco por el que puede tanto dejar salir lo que lleva dentro como permitir la entrada a lo que le depara la vida, espero que pueda mantenerlo mas tiempo que la última vez...
Me alegro tanto por ella, al fin y al cabo somos la misma persona pero en momentos diferentes de la vida, ella es la persona que pocos llegan a conocer y yo la que todos creen y esperan que sea, después hay una tercera menos significativa que únicamente actúa ocasional y espontáneamente como barrera o separación de ambas, en esos momentos es mejor y recomendable evitar el contacto directo, además de no crear mas conflictos que los internos ya seguros, para su tranquilidad ya cada vez esta perdiendo más fuerza y cuesta el doble sacarla a la luz

Ella antes me solía pedir consejo y ahora espero que poco a poco vuelva a poder hacerlo, que cuente conmigo como algo bueno y no como una mala influencia (tal y como solía pensar hace algún tiempo).

Me cuenta los cambios que tiene en su vida, la diferencia entre su vida actual y lo que algún día tubo en el pasado, disfruta de las mejoras y añora lo que antes no le dejo conocer su mente, se siente liberada, me agradece una y otra vez el haber estado a su lado en esos malos momentos, el que haya tirado de ella en tantas ocasiones sin dejarle caer, en definitiva no para de recordarme el importante pilar que fui para ella en esos años malos. Relata su día a día, los madrugones, el paseíto aun nocturno para coger el bus de ida mientras escucha cantar el gallo o el perro malhumorado de la esquina le da los buenos días pegándose a la valla ladrándole bruscamente (no seria la primera vez que le da las gracias a esa valla por permitir que siga su camino), la transformación que sufre cada mañana su cara (inapreciable para el ojo humano), la impresión que causan en ella cada una de las personas que ve, la de vueltas que da su imaginación cada vez que su mirada se pierde por la ventana, tantas cosas en una sola mañana que a veces se pregunta si de verdad vive tanto o si será que lo hace intensamente.

De una manera u otra, ambas sabemos que es el camino correcto, tardemos mas o menos la cuestión es el trayecto recorrido, aprender a disfrutarlo paso por paso, intentar tropezar lo menos posible pero también aprender de los errores cometidos, sin pensar en lo que vendrá si no en lo que hay aquí y ahora por vivir.

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