miércoles, 27 de julio de 2011

¿Dentro o fuera?


Hay cosas que uno no puede guardar dentro eternamente, aunque debiese, otras que es mejor que estén fuera porque crearían heridas sangrantes, algunas cicatrizan solas con el tiempo y otras producen grietas imborrables…
Este año me di cuenta de muchas de las cosas que ya creía tener borradas pero que siguen haciendo mella en mi interior, poco a poco me doy cada vez más cuenta de que por más que lo intente tengo alojadas cosas en mi interior contra las que lucho día a día para que no salgan, puede que lo haga para no hacer sufrir al resto pero inevitablemente de vez en cuando tengo fugas en el sistema pues la presión tiene un límite calculado.

Algunas noches me ronda un sueño en la cabeza, creo ser una pequeña plantita, de esas que regaron mucho al principio, después tubo varias épocas de sequía que le hicieron endurecerse aunque en el proceso quedaron marcas, señales que verán día tras día cuando la visiten, esta plantita quiso echar raíces en un suelo que reconociese como suyo, pero año tras año intentó una y otra vez conseguir afianzarlas sin lograrlo, no se sentía parte del terreno a pesar de que sus intentos de echar raíces siempre dejaban una huella imborrable en el mismo, cuando sus fuerzas flaqueaban siempre había alguien que le animaba a seguir pero no le decían como conseguirlo…

Hubo un momento en mi vida que sin duda a quedado grabado en mi, ese momento trajo consigo muchas cosas, fue un antes y un después en mi vida, desde ese momento solo veía oscuridad y en ella una sola certeza: la ciénaga en la que estaba obligada a avanzar era el dolor. Porque antes eso fue el primer espejo donde podía reflejarse mi camino y de repente me encontraba de rodillas hundida en cristales rotos, delante de mi solo quedó un corazón vacío, entonces comprendí y vi con claridad que el camino que se abría ante mi era el arduo y perennemente solitario de las preguntas.
Reprochar nunca a sido un rasgo de mi carácter (creo que aun no lo sigue siendo), con esto no pretendo hacerlo tampoco, más habiendo leído tantas veces el principito (quizás me lo tenga que releer de nuevo porque ya apenas lo recuerdo), con el aprendí que las cosas simplemente ocurren, pero si a cambiado algo desde entonces es que cada vez soporto menos tener que hacer el trabajo de los demás (siempre que ellos puedan).
El dolor de esos cristales rotos incrustados en mi piel, año tras año seguía intacto, caminaba perseguida por él, donde quiera que fuera sentía sus punzadas de dolor y deseo de escapar de el, pero se hacía cada vez más grande e insoportable.
Aun así es difícil comprender como se había formado tal dolor en mi, como todos los sentimientos complejos no era posible imputarlo a una única causa sino mas bien a un conjunto de sucesos que no me explicaron, relacionados de manera desfavorable con la innata predisposición del carácter.
Así desde la infancia empezaron a acumularse tantas cosas que ni siquiera yo misma era consciente, estos chocaban entre si con un blando chapoteo, impotentes, resentidos e incapaces de liberarse, que con los años se transformo en un polvorín que en mis días de bajo ánimo me impide pensar con claridad. Con el tiempo fui perdiendo la memoria, fui pensando cada vez menos en lo que me atormentaba, hasta que llegó un momento en el que apenas entendía de donde venía mi mayor temor, pero cada vez que me acerco a esa sensación mi mente la rechaza, como si de un virus se tratase, es entonces cuando los recuerdos acuden a mi, torpedeando mi alma como si un ser extraño habitase en mi.

Una consecuencia de eso es que antes no dejaba de leer, de pequeña casi se podía decir que devoraba los libros, uno detrás de otro iban pasando por mi como gotas de agua que mi mente adsorbía, daba igual largo o corto pues para mi eran siempre pocas hojas, la sensación era la misma con todos: quiero más. Pensaba que algún día yo sentiría todo eso, después hubo un momento que empecé a sentir cada vez menos la profundidad de las emociones y comencé a percibir su falsedad, los comentarios traicioneros por detrás, la envidia de unos y otros, como frivolizan el amor hasta llegar a hacerlo insensible, o la importancia que le dan a las cosas materiales por encima de todo y más aun sobre su madre la naturaleza.
Fue entonces cuando empezó a costarme leer al mismo nivel que antes, buscaba respuestas incansablemente a las preguntas que rondaban mi cabeza, aun hoy sigo en ello, algunas ya contestadas, otras sin aparente respuesta, pero la mayoría esperan pacientemente lograr su propia verdad.

P.D: supongo que después de ver como el día empezaba con el gorrionciyo muerto después de 7 días y habiéndome levantado a las 8 de la mañana para nada, no había para más hoy, gracias ^^

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