martes, 13 de septiembre de 2011

¿Inmunizada?


He llegado a la conclusión de que mi cabeza no está bien, teóricamente hablando ni ella ni yo logramos entendernos, en un principio no le hacía ni caso porque me guiaba otro, después de que este se resquebrajase me convenció haciéndome creer que tenía que hacer todo lo que dijese y ahora creo que se le ha subido el poder a su neurona principal, me hace dudar su poca lógica, su incapacidad de razonamiento y la burbuja impermeable que está creando a mi alrededor. En el proceso me hizo echar todas las lágrimas, no paró hasta ver como caían cada una de ellas, hasta que mi ser quedó seco e inhóspito para cualquiera, a veces incluso para mí. Me ayudó tanto en el pasado que ahora me duele tener que enfrentarme a ella, pero es que ya no vive por mí, sino contra mí. Ella no tiene la culpa, la tengo yo, porque le dejé, le permití crear en mi la indiferencia, la insensibilidad, le dejé que hiciese y deshiciese a su antojo, me quitó las fantasías y me dio realidad, me enseñó a estar cómoda con el dolor y a incomodarme con la felicidad, me inculcó que el miedo que recorre mi cuerpo no debe hacerme temblar sino mantener mi estabilidad, me cambió el cariño por necesidad, me grabó de la nada el herir para no volver a ser herida, me quitó la memoria y me dejó únicamente algunos lapsus mentales (según ella porque me son necesarios), me dijo que todo y que todos pasarían pero que ella seguiría aquí eternamente.
Dicen que debajo de ella existe algo mejor, algo rojo que late incesante, algo que yo ya no logro ver, oír o sentir, me hablan de algo que tiene la fuerza de cambiarlo todo y que sólo necesita una chispa para fundirse junto a mí, pero no lo encuentro, no logro adivinar que es ni donde está, hay veces que pienso en que es algo que ya había descubierto antes y es entonces cuando me inclino a pensar que ya no queda nada ahí abajo que se pueda revivir, si había algo yo lo destruí, si quedaba algún resquicio de su latencia yo lo congelé. No siento el frío, salvo cuando me congela los huesos (aun a salvo de su dominio), no siento calor, excepto cuando me quema, ya sea por dentro o por fuera (las células epiteliales aun tienen más dominio sobre ellas que yo sobre mi misma).
Porque como dicen por ahí: quien quiere encuentra motivos y quien no solo da excusas, ¿no? Yo ya hace tiempo que me acostumbré y que aprendí a vivir así, no vivo buscando o esperando nada relacionado con lo que mi cabeza a querido suprimir, asumo que es algo que no encaja, algo que rechaza el contacto natural, algo que no sirve cuando hay que vivir en sociedad, algo que te inmuniza ante todo lo demás…

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