Un día
te levantas indignada, tan indignada que hasta tu cama parece haber sucumbido a
ella, indignada por tantas cosas que cuando empiezas a valorar una por una
sientes que nunca vas a acabar, ese sentimiento te recorre de arriba abajo, da
vueltas alrededor de ti y se expande como la pólvora ante cada una de las
razones, esa sensación abandona tu cuerpo y vuelve a ti con cada persona que te
cruzas por la calle en el mismo estado, ese día y cada uno del resto de días,
que te das cuenta de qué es lo que produce tu indignación, se incrementan con
el paso del tiempo al ver una y otra vez como no se hace nada y todo vuelve a
repetirse, entonces llega un momento que te preguntas que haces con todo eso?,
donde metes toda esa indignación?, como camuflas la frustración que te produce?,
sales y pronto obtienes la respuesta, te unes a miles y miles de personas que
salen a la calle, que gritan hasta quedarse sin voz, que luchan cada día por
cambiar un mundo que ya no tiene futuro, que trabajan codo con codo para
construir juntos una salida posible, personas cuyas simples miradas reflejan
todo aquello por lo que creen.
Un día
me dijiste que aunque en ese momento no supiese cuando, donde ni como, llegaría
un día en el que lo descubriría por mí misma. No quisiste darme pistas y yo
tampoco te pregunté, por extraño que pareciese, sabía que sucedería.
Llega
un momento en el que todo ser humano comprende donde está y aprende a saber
mirar para lograr ver como está realmente, en ese momento puede disfrutar
plenamente.
No
importa cuanto ruido haya a tu alrededor, ni que circunstancias, tampoco
importa que el resto aun no haya encontrado ese momento, solo importa que has
sido capaz de darlo todo y con él obtienes tu recompensa.
Esto no
quiere decir que lo mantendrás siempre, pues es algo efímero, que aparece y
desaparece a la misma velocidad con la que creíste encontrarlo, lo que si
obtendrás es la sensación necesaria para llegar a él siempre que lo requieras.
Día a
día tienes una hoja en blanco donde el único que puede escribir eres tú, cada
vez que te levantas tienes la oportunidad de hacer tuyo el día o seguir
aferrándote a aquello que no te gusta.
Un día
decides empezar un libro, no sabes porqué, cómo, dónde o qué te ha llevado a
esa determinación, pero lo que si sabes a ciencia cierta es que debes hacerlo,
mejor dicho quieres hacerlo, desconoces que tema vas a tratar en él, no
vislumbras si el principio tendrá que ver con el final, o si algún día lograrás
acabarlo, hay libros de todo tipo, tienes muchas posibilidades, hay principios
que se alargan eternamente y finales escuetos, ese día tu mano está ansiosa por
escribir, tus dedos se mueven solos como verdaderos autómatas aunque tu cabeza
ni siquiera haya comenzado a pensar, acaso alguna vez tu cabeza ha pensando
antes de escribir?
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