Aun hoy veo sobre mí ese mordisco, lo siento tan profundo que no
puedo evitar notar como se me descuajaringa todo por dentro, lo pienso como si
hubiese sido hace un segundo, haga lo que haga no se va, se quedó adherido sin
remedio a cada poro de mi piel, por él comparto mi existencia con pesadillas
interminables, pinchazos en el pecho, respiraciones ahogadas en ansiedad, miradas vacías y una melancolía que me invade sin darme cuenta.
No entiendo porque se empeña el mundo en hacerme creer que hay
algo bueno en lo que tiene destinado para mí, que manía con hacer que parezca
que mi vida podría ser diferente, porque no vas a tomarle el pelo a otro y me
dejas con esa vida rutinaria y sin esencia, esa en la que no hay cambios ni
tampoco sobresaltos, esa en la que se ven los días pasar sin más, ya nada tiene
sentido, porque no me dejas de una vez y acabamos con tanta mentira, llévate la
risa, las charlas, las locuras, este corazón inútil y hecho trizas, llévatelo
todo y ni se te ocurra dejar nada, llévatelo lejos, dáselo a quien de verdad lo
sepa aprovechar y no vuelvas dentro de unos años disfrazado para volver a
engañarme, porque no vale la pena intentar sacar algo de donde ya no hay ni
siquiera cenizas, por eso deja mundo de joder que ya bastante tengo con tener
que llevarme a mí misma de la mano.
Cada año que pasa la vida me demuestra que el dolor que produces
hoy volverá a ti de la misma forma, que el daño que provocas lo sufrirás a lo
largo del tiempo, no mañana ni pasado, sino dentro de unos años, cuando ya ni
te acuerdes y todo sea ya pasado, volverá y aparecerá en tu vida, para que te
des cuenta de que lo que realmente importa no es buscar la felicidad a toda
costa, pasando por encima y pisoteando al otro, sino ser capaz de ser feliz por
uno mismo.
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