domingo, 14 de febrero de 2016


Querido corazón, te hablo desde este que te vigila aquí arriba, sabes que te aprecio mucho, en el fondo es difícil separarnos, pero te has llevado tantos batacazos que ya es hora de que dejes de hacer el indio y seas más responsable, que sí, que yo también te quiero conmigo, pero bastante llevamos ya como para seguir andando a ciegas en esta vida llena de baches, mira que te aviso siempre, que te lo repito mil y una veces, que cuando algo es demasiado bonito no puede ser real, por eso ve recuperando los cachitos de esa coraza que un día destruyeron, hazlo tranquilo que ya me encargo yo de que nadie te moleste, remiéndala como mejor puedas y no te preocupes del tiempo que te lleve, pero hazlo con esmero para que no consigan atravesarla, no olvides que más vale corazón fruncido que aquel que nunca ha sido herido, recuerda que seré ese hombro para apoyarte cada vez que te veas malherido y que mientras estemos juntos no será necesaria ninguna falsa muleta de anclaje.

 Es extraño como todo se convierte en vacío, el susurro contenido de un no me dejes se evapora en un me da igual que te vayas, las conversaciones interminables se agotan en silencios indiferentes, las cartas se tornan palabras vacías, la sinceridad pura se ahoga en una gran mentira, es extraño si, extraño que la confianza ciega se destape con arañazos, que los besos se conviertan en cuchilladas, que las suaves caricias se tornen en sangrantes agujas, que los masajes se vuelvan palizas, que los abrazos ahora sean como balazos, que ya solo haya sueño inundado de pesadillas, es tan extraño que la gente olvide tan rápido y que el cuidar tanto a alguien sea compensado con este doloroso desprecio.

 Al fin y al cabo todos morimos tarde o temprano, morimos cada día al dejar de recordar muchas cosas, cuando olvidamos conservar aquello que nos cuida cada día y que conserva los pequeños tesoros de la vida, cuando dejamos de valorar las cosas importantes por creer que todo aparece y desaparece como la luz del día, y es que al final solo queda melancolía, por lo que pudo ser y no fue, por esas promesas que nunca se cumplirán, por todas esas cosas que ya solo en meros pensamientos se quedarán, como esa copla de carnaval que nunca sabrá lo que es verte sonreír, se quedarán almacenados en aquella pequeña tacita de plata olvidada en el último estante.

¿Cómo eres capaz de volver a creer en algo que ves demolerse continuamente? ¿Cómo puedes dejar a un lado la sensación de que no tiene sentido ilusionarse por algo tan efímero? ¿Cómo puedes enterrarlo en vida? Yo ya no puedo, o quizá es que ya no quiero estamparme más contra el suelo.

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