Una de tantas cosas que no se pueden explicar en esta vida y que aun así se empeñan en buscarle explicaciones, es sin duda el amor. Ese gran sentimiento que todos pervierten, intentando una y otra vez que entre dentro del raciocinio humano. Sin darse cuenta que ese hecho lo anula, lo vuelve pequeño, tanto que acaba por desaparecer entre peros y porqués.
Su grandeza es infinita y aun así pretenden acotarla, como
si de simples palabras se tratase. Cuando con ellas no llegamos ni a la quinta
parte de lo que realmente supone sentirlo. No se puede explicar aquello que nace de tan
dentro, de forma tan inesperada e inevitable, ocupándolo todo en un abrir y cerrar de ojos. No
se puede expresar su significado, simplemente está en cada respiración, caricia
y beso, en cada mirada y abrazo, cada vez que caminan a tu lado y que te animan
a seguir, en el que escucha y en el que te da su sinceridad, en aquel que
sonríe hasta verte llorar de la risa.
Se empeñan en concentrarlo en un solo ser, cómo si se pudiera
encerrar y etiquetar algo infinito, no, no es algo único e irrepetible, se nos olvida siempre que el amor se presenta
en multitud de aspectos durante nuestra vida. Aunque hoy crean no poder volver
a sentirlo, vuelven a olvidar que no es elección suya, aparece de múltiples
formas cada día, aunque no lo quieran, solo tienen que dejar que vuelva a fluir,
dejar de lanzar explicaciones al viento y centrarse en aceptar sus propios
miedos.
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