sábado, 13 de mayo de 2017


Me acerco despacio al teclado, observo una a una las teclas que siempre me hipnotizaban, llevo tantos meses sin soltar libremente mis dedos que hasta creo haber olvidado cómo hacerlo. En la cabeza se agolpan mil pensamientos, pidiendo a gritos salir, escapar de este encierro programado. Tanto tiempo pasó que he llegado a encontrar huecos dentro de mí, más de los que creía poseer.
Pero mírate, aquí estamos, tu y yo de nuevo, frente a frente, calibrándonos, viendo cómo empezar la conversación y luego intentar adivinar hacia dónde dirigirla. Cómo una fase más de este vaivén en el que se convierte la vida, un pasito más cerca o lejos de lo que un día pensaste que ibas a hacer con ella. Parece que el tiempo no pasa por ti, te quedas tejiendo una a una las letras a tu alrededor, haciendo de ellas un ovillo interminable.
Mírate, has sido implacable, has seguido bien derecho por ese camino que te marcaste, despacio, flaqueando cuando ya no podías más y volviendo a enderezarte tras los rasguños por haberte arrastrado por el suelo. Puede que al final tuvieras razón y ese no era un recorrido apto para ti, o puede que tuvieran razón ellos y era un atajo que no supiste tomar. Sinceramente creo que no es verdad que sólo se vea la luz al final del túnel, esa luz siempre está pero nos cegamos inconscientemente y dejamos de verla.
Vuelvo a ver ese brillo en ti, pronto estará deslumbrando como aquella primera vez que me diste el primer sí, dejando una interminable fila de noes tras de ti, ya sé que no te gusta que me acelere, eres de ir pasito a pasito y de las que necesita complicaciones para asumir responsabilidades.
Así que, ya es suficiente, hoy toca decir todo eso que nunca te dicen, ya basta, deja de fingir que hablo para otra persona, si, eres tú a quien me dirijo, deja de seguir esperando día tras día a que alguien llegue para salvarte, para sacarte de ti mismo, para que justifiquen tus pasos.
Parece mentira que empecemos dando los primeros pasos con la convicción de llegar allá dónde nuestros brazos no alcanzan y que ahora estés ahí parado, esperando, ¿esperando qué? Te crees el centro de un misterioso agujero negro del que no puedes salir y no quieres aceptar que simplemente eres una mota más de este infinito universo, que miles de personas se preguntan cada día lo mismo que tú, que sufren penurias y que se quedan esperando. No te hace falta nada ni nadie, más que tú, adelántate, da un paso hacia dónde te salga del mismísimo universo, ¡vive por ti!

“El tiempo ayuda, pero hay que ayudar al tiempo” 
por Walter Riso
"La vida es muy corta, no hay tiempo para quejarse y pelear amigo mío" 
por Marcela Serrano

No hay comentarios: