sábado, 13 de agosto de 2011

Con un euro menos xD


Ayer sin duda fue uno de esos simples días que una persona como yo puede transformar en un día anecdótico, ahora entenderás porque…
Quedé con una amiga para ir al Acualand de Torremolinos, habíamos quedado la noche antes para llevarnos lo justo y necesario, básicamente para no tener que alquilar una taquilla, así que tenía que llevarme el dinero justo. Como siempre en estos casos me levanté con la hora pegada al culo, tuve que hacerlo todo corriendo y con prisas (así que era normal que algo fallase o faltase mejor dicho), de todas formas pude coger el tren a tiempo y nos encontramos en la parada, de camino al Acualand y preguntándole a mi amiga si llevaba el descuento me doy cuenta del chiste del día, no tenía el dinero para la entrada…después de los primeros momentos de ¡dios que cagada! y ¿estarás de coña no?, de mi cara de descomposición y su cara de que graciosa eres iris, nos ponemos a contar en mitad del camino cuanto dinero llevamos exactamente entre las dos, descubrimos que casualmente tenemos justo el dinero exacto para las dos entradas, el problema estaba que si lo hacíamos yo me quedaba sin dinero para volver a mi casa…
Después de deliberar unos cuantos minutos, decido igualmente pasar el día tal y como lo habíamos planeado, ya tendría tiempo de pensar que hacer después, ¿total de perdidos al río no?, así que disfrutamos todo lo que pudimos teniendo siempre presente que si yo lograba llegar de nuevo a mi casa sin incidentes tendría que empezar a creer que había algo o alguien que así lo quería, mis dos posibilidades eran que me encontrase un euro o que no me pidiesen el billete del tren por casualidad (siempre se suele decir que basta no tenerlo para que te lo pidan justo ese día).
Tras un día de risas (dándole vueltas a como iba a volverme a casa), golpes (por tirarme malamente de las atracciones), buceos (buscando un bendito euro), casi despelotes (por llevar mal atado el bikini), mareos (por tantas vueltas que me dieron en los rápidos), etc., llega la hora de regresar, nos montamos en el tren, no sin antes habernos quedado casi con una lesión de cuello mirando hacia abajo por pretender encontrarnos el bendito euro, pensando ¿qué puede pasar en sólo 4 paradas?
Pues NADA, así de simple quedó, al final llegue tan tranquilamente a mi casa, sin sustos ni multitas (así va España…¿para dos que hay trabajando porque se van a molestar en pedir el billete y cumplir con su deber?)

En fin, como siempre una acaba acostumbrándose a estas cosas y disfrutando a pesar de todo, porque ¿qué sería del día a día sin momentos así?

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