Me acerco despacio al teclado, observo una a una las teclas
que siempre me hipnotizaban, llevo tantos meses sin soltar libremente mis dedos
que hasta creo haber olvidado cómo hacerlo. En la cabeza se agolpan mil
pensamientos, pidiendo a gritos salir, escapar de este encierro programado.
Tanto tiempo pasó que he llegado a encontrar huecos dentro de mí, más de los
que creía poseer.
Pero mírate, aquí estamos, tu y yo de nuevo, frente a
frente, calibrándonos, viendo cómo empezar la conversación y luego intentar
adivinar hacia dónde dirigirla. Cómo una fase más de este vaivén en el que se
convierte la vida, un pasito más cerca o lejos de lo que un día pensaste que
ibas a hacer con ella. Parece que el tiempo no pasa por ti, te quedas tejiendo
una a una las letras a tu alrededor, haciendo de ellas un ovillo interminable.
Mírate, has sido implacable, has seguido bien derecho por
ese camino que te marcaste, despacio, flaqueando cuando ya no podías más y
volviendo a enderezarte tras los rasguños por haberte arrastrado por el suelo.
Puede que al final tuvieras razón y ese no era un recorrido apto para ti, o
puede que tuvieran razón ellos y era un atajo que no supiste tomar.
Sinceramente creo que no es verdad que sólo se vea la luz al final del túnel,
esa luz siempre está pero nos cegamos inconscientemente y dejamos de verla.
Vuelvo a ver ese brillo en ti, pronto estará deslumbrando
como aquella primera vez que me diste el primer sí, dejando una interminable
fila de noes tras de ti, ya sé que no te gusta que me acelere, eres de ir
pasito a pasito y de las que necesita complicaciones para asumir
responsabilidades.
Así que, ya es suficiente, hoy toca decir todo eso que nunca
te dicen, ya basta, deja de fingir que hablo para otra persona, si, eres tú a
quien me dirijo, deja de seguir esperando día tras día a que alguien llegue
para salvarte, para sacarte de ti mismo, para que justifiquen tus pasos.
Parece mentira que empecemos dando los primeros pasos
con la convicción de llegar allá dónde nuestros brazos no alcanzan y que ahora
estés ahí parado, esperando, ¿esperando qué? Te crees el centro de un
misterioso agujero negro del que no puedes salir y no quieres aceptar que
simplemente eres una mota más de este infinito universo, que miles de personas
se preguntan cada día lo mismo que tú, que sufren penurias y que se quedan
esperando. No te hace falta nada ni nadie, más que tú, adelántate, da un paso
hacia dónde te salga del mismísimo universo, ¡vive por ti!
“El tiempo ayuda, pero hay que ayudar al tiempo”
por Walter Riso
"La vida es muy corta, no hay tiempo para quejarse y pelear amigo mío"
por Marcela Serrano