domingo, 25 de diciembre de 2011

Navidad


Esta palabra puede tener mil significados diferentes para cada uno, dejando a un lado el estrictamente dictaminado por los grandes grupos, hay un sinfín de posibilidades para apreciar o no estas fechas. En mi opinión y como he dicho en más de una ocasión, a lo largo de estos años, no es una fecha que me entusiasme demasiado, básicamente por lo que representa para la mayoría del planeta, pero este año he logrado sacarle mi propio significado.
No caeré en la costumbre de ponerle mi propio nombre, sería dar rienda suelta a mi locura y no esta el horno para bollos. Así que solo diré que para mi son fechas entrañables, días en los que la llegada del invierno me pide un poco más de cariño del que normalmente necesito (supongo que será por el frío de nuevo), semanas en las que se descansa el cuerpo y la mente del estudio y los madrugones diarios pero en los que puedo escribir sin prisas, momentos en los que pasas por alto muchas cosas sin importancia aunque no de otras bastante importantes…

Porque es cuando pienso en lo que después no tendré tiempo, cuando me puedo permitir el lujo de hacerme preguntas y tomar nota de algunas cosas, cuando reflexiono sobre hacia lo que se está acercando la humanidad, seres irreales e irracionales, a lo que no encuentro explicación. ¿Para que quieres unos ojos que no pueden ver con claridad, unos oídos que no escuchan la verdad, una boca que no relata tu sentir, una nariz que no puede arrugarse ante lo que no le agrada? O ¿para que quieres una cara oculta detrás de esa mascara y una mente incapaz de pensar más allá de lo que te dejan ver?
Estamos llegando a un punto en el que hay tanto mal donde poder naufragar o perderte fácilmente, que cuesta trabajo sacar lo bueno que tenemos cada uno en la vida. En mi caso voy más allá, ¿por qué cuando tienes algo bueno delante eres incapaz de reconocerlo, de sentirlo o de apreciarlo, y en cambio ves a simple vista todo lo malo que implica?

Hoy puedo decir que entendí el valor como poder mirarme a la cara y saber quien soy, dejando a un lado lo que quieren los demás, habiendo llegado a la conclusión de que la realidad de las personas es que quieren vivir sin ver la propia verdad de sus vidas, ¿no tienen suficiente valor quizás?

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